«
La vida ha
perdido contra la muerte, pero la memoria gana en su combate contra la nada »
Tzvetan
Todorov. Los abusos de la memoria.
Lingüista, filósofo, historiador,
crítico y teórico literario búlgaro de nacionalidad francesa
Premio Príncipe de Asturias 2008, de
las Artes y de las Letras
PRÓLOGO del autor del BLOG
Vivimos
tiempos convulsos, con unas nuevas y jóvenes generaciones muy mediátizadas y
amamantadas en la cultura del consumo; con poco conocimiento y madurez sobre
los sacrificios humanos que les ha costado a la generaciones anteriores llegar
a los tiempos actuales, y lo que es peor aún a cada día que pasa, con una baja cultura sobre los hechos históricos del pasado.
Las
«pequeñas aportaciones» de cultura que puedan
suponer las líneas de este BLOG, no tienen otro objetivo que ofrecer una
pincelada de conocimiento a los que tendrán que responsabilizarse del futuro de TODOS. Recordarles sencillamente el pensamiento de un
ancestral Confucio [551~479 a.C.]:
«donde hay educación no hay distinción de
clases». No
olvidando nunca que «la educación sólo se consigue con
sacrificios».
Creo que el asesinato de más de CIEN MILLONES de personas y con seguridad de más de otros CIEN MILLONES de « muertos en vida », por el terror, la enfermedad,
el hambre, la
degradacion y la vejación humana [que no sé, si la muerte hubiera
sido mejor], creo que merecen el poco tiempo necesario para leer
detenidamente estas líneas, para que el lector haga suyos ésos «horrores que
es capaz de cometer el hombre», y le sirva para pensar y obrar siempre en
consecuencia.
En esta página del Blog les transcribo de manera literal [sic] -sic erat scriptum-, párrafos completos estractados
de la obra EL LIBRO NEGRO DEL COMUNISMO, siguiendo el mismo orden del
texto, pero omitiendo otros parrafos intermedios para poder reducir a 13
páginas el volúmen del original y el volumen de su lectura.
No obstante he intentado buscar
siempre una «ilación en la continuidad del discurso», con
el objeto de facilitar la lectura.
Son del
autor del Blog:
·
Los
enunciados y apartados establecidos en la
exposición del
texto, reseñados con mayusculas y que comienzan siempre con tres puntos suspensivos. Su intención ha sido la
de encabezar aquellos parrafos que se desarrollan en el texto bajo un mismo concepto o idea.
·
Las
[frases o palabras entre paréntesis], que no tienen otra intención
que «aclarar» una frase, palabra o concepto,
así como las Notas incorporadas.
·
Todos
los reseñados del texto en «negrita o en color azul», se han realizado para destacar y facilitar la compresión del lector.
… El TEXTO:
Título original: Le livre noir du communisme. Crimes,
terreur, repression
Autor: STÉPHANE COURTOIS
Traducción
de: CÉSAR VIDAL [Publicada en 1998]
Editoriales:
Espasa-Calpe y Planeta
ISBN 84-239-8628-4
El comunismo se inserta en esta parte del tiempo
histórico desbordante de tragedias. Constituye incluso
uno de sus momentos mas intensos y significativos. [más trágicos de la
Historia de la
Humanidad].
El comunismo, fenómeno trascendental de éste breve siglo XX que comienza
en 1914 y concluye en Moscú en 1991 [la caida del Muro de Berlín fue el 9 de noviembre de 1989], se encuentra en el centro mismo del panorama.
Se trata de un comunismo que existió antes que el
fascismo y que el nazismo…y que los sobrevivió,… y
que alcanzó a los cuatro grandes continentes.
Sea cual sea el grado de implicación de la doctrina
comunista anterior a 1917 en la práctica
del comunismo real, fue este [comunismo] el que puso en funcionamiento una represión sistemática, hasta llegar a erigir, en momentos de paroxismo, el terror como forma de gobierno.
… ¿ES INOCENTE, SIN EMBARGO, LA IDEOLOGÍA?
Superando los crímenes individuales, los asesinatos puntuales, circunstanciales, los regímenes comunistas a fin de asentarse en el poder, erigieron el crimen en masa en un verdadero sistema
de gobierno.
Se nos replicará que la mayoría
de estos crímenes
respondían a una «legalidad» aplicada por instituciones que pertenecían a regímenes en ejercicio, reconocidos en el plano internacional y cuyos jefes fueron recibidos con gran pompa por nuestros
propios dirigentes.
Pero ¿acaso no sucedió lo mismo con el nazismo?.
Los crímenes que exponemos
en éste libro no se definen de acuerdo con la jurisdicción de los regímenes
comunistas, sino con la del código no escrito
de los derechos naturales de la Humanidad.
La historia
de los regímenes y de los
partidos comunistas, de su política,
de sus relaciones con sus sociedades nacionales y con la comunidad internacional, no se resume en esa dimensión
criminal, ni incluso en una dimensión de terror y de represión.
No obstante,
los archivos y los abundantes testimonios, muestran que el terror fue desde sus orígenes, una de las dimensiones fundamentales del comunismo moderno.
… EL GENOCIDIO POLITICO MAYOR DE LA Hª. DE LA HUMANIDAD
¿De qué vamos a hablar?
¿de qué crímenes?
El comunismo
ha cometido innumerables [crímenes]: primero,
crímenes contra el espíritu, pero también crímenes contra la cultura
universal y contra las culturas nacionales.
Stalin hizo demoler centenares de iglesias
en Moscú.
Ceaucescu destruyó
el corazón histórico de Bucarest para edificar en su lugar
edificios y trazar
avenidas megalómanas.
Pol Pot ordenó desmontar piedra a piedra la catedral de Phnom Penh y abandonó a la jungla
los templos de Angkor.
Durante la Revolución cultural maoísta, los Guardias Rojos destrozaron o quemaron tesoros
inestimables.
Sin embargo, por graves que pudieran
ser a largo plazo esas destrucciones para las naciones
implicadas y para la Humanidad en su totalidad,… ¿qué
peso pueden tener frente al asesinato
masivo de personas, de hombres, de mujeres, de niños?
Nos hemos limitado
[en este libro], por lo tanto, [sólo]a los crímenes contra las personas,
que constituyen la esencia
del fenómeno
de terror.
No obstante, podemos establecer un primer
balance numérico que aún sigue siendo una aproximación mínima y que necesitaría largas
precisiones pero que, según estimaciones personales, proporciona un aspecto de considerable magnitud
y permite señalar de manera directa la gravedad del tema:
Crímenes
mínimos realizados por el Comunismo:
-URSS, 20 millones de muertos,
-China, 65 millones
de muertos,
-Vietnam,
1 millón
de muertos,
-Corea del Norte, 2 millones
de muertos,
-Camboya, 2 millones de muertos,
-Europa oriental, 1millón de muertos,
-América Latina, 150.000 muertos,
-África, 1,7 millones de muertos,
-Afganistán, 1,5 millones de muertos,
-Movimiento comunista internacional
y Partidos comunistas no situados
en el poder, una decena de millares
de muertos.
El TOTAL se
acerca a la cifra de CIEN MILLONES de muertos. [que se tengan datos]
… TIPOS DE CRÍMENES CLASIFICADOS POR EL TRIBUNAL DE
NÜREMBERG, 1945
La cuestión
del crimen cometido
por un Estado fue abordada
por primera vez desde un angular juridical,
en 1945, en el tribunal de Nüremberg instituido por los Aliados
para juzgar los crímenes nazis.
La naturaleza de esos crímenes quedó definida en el artº 6 del Estatuto del tribunal, que señala tres crímenes mayores:
Los crímenes contra la paz, los
crímenes de guerra y los crímenes contra la Humanidad.
Ahora bien, un exámen de conjunto
de los crímenes cometidos bajo el régimen leninista/stalinista, y después en el mundo comunista en general, nos lleva a reconocer en los mismos cada una de estas tres categorías:
… LOS CRÍMENES CONTRA LA PAZ
·
Los crímenes contra la paz aparecen definidos por el artº 6a y se refieren a:
«la dirección, la preparación, el desencadenamiento o la realización de una guerra de agresión, o de una guerra en que se violen tratados,
pactos o acuerdos
internacionales, o la participación en un plan concertado o en una conspiración para la realización de uno cualquiera
de los actos precedentes».
Stalin cometió sin ningun género
de dudas este tipo de crimen.
… LOS CRÍMENES DE
GUERRA
· Los crímenes de guerra aparecen definidos en el artº
6b como:
«las violaciones de las leyes y costumbres de la guerra».
Estas violaciones comprenden, sin limitarse
a estas conductas, el asesinato, los malos tratos o la deportación para realizar trabajos
forzados o con cualquier otra finalidad, de las poblaciones civiles en los territorios ocupados, el asesinato o los malos tratos de los prisioneros de guerra o de las personas localizadas en el mar, la ejecución de rehenes, el saqueo de bienes
públicos o privados, la destrucción sin motivo de ciudades
y pueblos o la devastación no justificada por las exigencias militares».
Stalin ordenó o autorizó numerosos crímenes de Guerra.
Las ex-acciones nazis impulsaron al Tribunal de Nüremberg a redefinir la noción en su artº
6c:
«El asesinato, el exterminio,
la reducción a la esclavitud, la deportación y cualquier otro acto inhumano
cometido contra todas las poblaciones civiles, antes o durante la guerra, o las persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos, cuando estos actos o persecuciones hayan o no constituido una violación del derecho interno
del país en que fueron perpetrados, fueran cometidos a continuación de cualquiera de los crímenes
que entran dentro de la competencia del tribunal, o en relación
con ese crimen».
[«Todos»
fueron cometidos por los regímenes comunistas]
…LOS CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD
[no tienen caducidad]. EL GENOCIDIO
El Nuevo Código
Penal francés promulgado el 23 de Julio de 1992, define así el crimen
contra la Humanidad:
«La deportación, la
reducción a la escalvitud o la práctica masiva y sistemática de ejecuciones
sumarias, de arrestos de personas seguidos por su desaparición, de la tortura o
de los actos inhumanos, inspirados por motivos poíticos, filosóficos, raciales o religiosos, y organizados en
ejecución de un plan concertado en relación con un grupo de la población
civil».
Ahora bien, todas estas definiciones, en particular la reciente definición francesa, se le aplican a numerosos crímenes cometidos bajo Lenin, y sobre todo bajo Stalin, y posteriormente en todos los países de regimen comunista
con la excepción (a beneficio de inventario) de Cuba y de la Nicaragua de los sandinistas.
La condición
principal no parece que pueda discutirse: los regímenes comunistas
han actuado «en el nombre de un Estado
que ha practicado una política de hegemonía
ideológica».
Precisamente en nombre de esta doctrina, fundamento lógico y necesario
del sistema, fueron asesinados decenas de millones de inocentes sin que pudiera imputárseles ningún
acto en particular, a menos que
se reconozca que era [es] un crimen el ser noble, burgués, kulak, ucraniano e incluso obrero
o... miembro del propio
partido comunista.
·
La noción de crímen contra la Humanidad [artº
6d] es compleja y abarca crímenes expresamente mencionados. Uno de los más específicos es el GENOCIDIO.
Tras el genocidio de los judíos
cometido por los nazis, y con el
fin de precisar el artículo 6c del Tribunal de Nüremberg, la noción fue definida por una Convención de las Naciones
Unidas de 9 de diciembre
de 1948:
«Se entiende por genocidio cualquiera
de los actos mencionados a continuación, cometidos con la intención
de destruir en todo o en parte a un grupo nacional,
étnico, racial o religioso, como tal:
a) asesinatos de miembros del grupo,
b) atentado grave contra la integridad física o mental
de los miembros del grupo,
c) sumisión intencionada del grupo a condiciones de existencia
que deben acarrear su destrucción física total o parcial,
d) medidas que pretendan estorbar
los nacimientos en el seno del grupo,
e) traslados forzados
de niños del grupo a otro grupo».
El nuevo Código
Penal francés proporciona una definición aún más amplia del genocidio:
«El hecho, en ejecución de un plan concertado, que
tiende a la destrucción total o parcial de un
grupo nacional, étnico, racial o religioso, o de un grupo determinado a partir de cualquier otro criterio
arbitrario»
En El terror rojo en Rusia, el historiador ruso y socialista, Serguei
Melgunov, citaba a Latzis, uno de los primeros jefes de la Cheka (la policía política soviética)
que, el 1 de noviembre de 1918, proporcionó
directrices a sus esbirros:
«No hacemos la guerra contra las personas en particular. Exterminamos a la burguesía
como clase. No busquéis, durante la investigación, documentos o pruebas sobre lo que el acusado
ha cometido, mediante acciones o palabras, contra la autoridad
soviética. La primera
pregunta que debéis
formular es la de, a qué clase pertenece, cuál es su origen, su educación, su instrucción, su profesión» .
De entrada, Lenin y sus camaradas se situaron en el marco de una «guerra de clase» sin compasion, en la que el adversario politico, ideológico
o incluso la población recalcitrante era considerada
–y tratada- como enemigos y debían ser exterminados.
Los Bolcheviques decidieron eliminar legalmente
pero también físicamente, toda oposición y toda Resistencia, incluso pasiva
a su poder hegemónico, no solo cuando esta procedía de grupos
de oposición política, sino también de grupos
sociales en el sentido estricto –la nobleza, la burguesía, la
intelligentsia, la iglesia, etc.-,.. y categorías
profesionales (los oficiales, los policies,…), y confirieron en ocasiones a esta acción, [la]
dimensión genocida.
La «deskulakización» de
1930-1932 [eliminación
de los kulaks] solo fue una reanudación a gran escala de la «descosaquización» [2] teniendo por añadidura la reivindicación de la operación por parte de Stalin,
cuya frase oficial, pregonada por la propaganda del régimen, era «exterminar a los kulaks como clase». Los kulaks [1] que se resistieron a la colectivización fueron fusilados; los demás resultaron deportados con mujeres, niños y ancianos.
Varios centenares de miles dejaron
la vida en estos lugares
pero el número exacto de víctimas sigue siendo desconocido.
[Nota 1]-Los kuláks o kulakí (del ruso кулак:
/kulak/, puño) eran los agricultores y campesinos propios de la URSS que poseían
propiedades y contrataban a trabajadores. Posteriormente el término fue utilizado para todos los deportados, condenados y opositores a las colectivizaciones.
[Nota 2]: Cosaco (en ucraniano: козак (plural, козаки); en ruso:
казак tr.: kazak (plural, казаки)) se refiere a un
pueblo y formación social y militar que se estableció de forma permanente en
las estepas del sur de lo que es actualmente el sur de Rusia Rostov
del Don, Kuban,
Cáucaso, Ucrania
aproximadamente en el siglo X. Los cosacos fueron conocidos por su destreza
militar y la confianza que tenían en sí mismos. El nombre deriva posiblemente
de la palabra túrquica quzzaq «nómada, hombre
libre». Este término se menciona por primera vez en un documento ruteno que data
de 1395. Wiquipedia
En este caso, el genocidio «de clase»
se unió al genocidio
«de raza»: la muerte por inanición de un hijo de kulak ucraniano deliberadamente entregado al hambre por el régimen stalinista «equivale» a la muerte por inanición
de un niño judío del ghetto de Varsovia entregado al hambre por el régimen nazi.
Sin embargo,
subraya una particularidad de muchos regímenes comunistas: la utilización sistemática del «arma del hambre». El régimen tiende a controlar la totalidad de las reservas
de alimentos disponibles y, mediante un sistema de racionamiento
a veces muy sofisticado, solo la redistribuye en
función del «mérito» o del «demérito» de unos y de otros. Este salto puede llegar
incluso a provocar gigantescas hambrunas. Recordemos que,
en el período
posterior a 1918, solo los países comunistas conocieron hambres que llevaron a la muerte a centenares de miles, incluso de millones de hombres.
PUEDE
realizarse un primer balance global de estos crímenes:
- Fusilamiento de decenas
de miles de rehenes o de personas
confinadas en prisión
sin juicio y asesinato
de centenares de miles de obreros y de campesinos
rebeldes entre 1918 y 1922;
- Hambruna de 1922 que provocó la muerte de cinco millones
de personas;
- Liquidación y deportación de los cosacos
del Don en 1920;
- Asesinato de decenas de miles de personas
en los campos de concentración entre 1918 y 1930;
- Liquidación de cerca
de 690.000
personas durante la Gran
Purga de 1937-1938;
- Deportación de dos millones
de kulaks (o de gente a la que se calificó de tales) en 1930-1932;
- Destrucción por el hambre provocado y no auxiliado de seis millones
de ucranianos en 1932-1933;
- Deportación de centenares de miles de personas procedentes de Polonia, Ucrania,
los países bálticos, Moldavia y Besarabia en 1939-1941 y después en 1944-1945;
- Deportación de los alemanes
del Volga en 1941;
- Deportación-abandono de los tártaros
de Crimea en 1943;
- Deportación-abandono de los chechenos
en 1944;
- Deportación-abandono de los ingushes
en 1944;
- Deportación-liquidación
de las poblaciones
urbanas
de Camboya entre
1975 y 1978;
- Lenta destrucción de los tibetanos por los chinos desde 1950, etc.
No acabaríamos de enumerar los crímenes del leninismo
y del stalinismo, a menudo reproducidos de forma casi idéntica por los regímenes
de Mao Zedong, de Kim II Sung, de Pol
Pot.
Joseph Berger, antigüo cuadro de la Komintern que fue «purgado» y conoció los campos de concentración, cita la carta que recibió
de una antigua deportada del Gulag, que siguió siendo
miembro del partido
después de su regreso
de los campos de concentración:
«Los comunistas de mi generación
aceptaron la autoridad
de Stalin. Aprobaron sus crímenes. Esto es cierto no solamente
en relación con los comunistas
soviéticos sino también
respecto a los del mundo entero,
y esta mancha nos marca de forma individual y colectiva.
La verdad es que todos, incluidos
aquellos que estaban más cerca de Stalin, convertimos ciertos
crímenes en lo contrario de lo que eran.
Los tomamos por contribuciones importantes a la victoria del socialismo. Creímos que todo lo
que fortalecía el poder político
del partido comunista en la Unión Soviética y en el mundo era una victoria para el socialismo».
… LA SOCIEDAD COMUNISTA LIBRA AL INDIVIDUO DE SUS RESPONSABILIDADES
La ideología comunista propone la imagen de una sociedad mejor y nos impulsa a aspirar a ella: ¿acaso no es parte integrante de la identidad
humana el deseo de transformar el mundo en nombre de un ideal? (...)
Además, la sociedad
comunista priva al individuo de sus responsabilidades: son siempre "ellos" los que deciden (...)
Ahora bien, la responsabilidad es un fardo que a menudo resulta pesado de llevar (...)
La atracción ejercida
por el sistema totalitario experimentada inconscientemente por individuos muy numerosos, procede
de cierto temor hacia la libertad y la responsabilidad, lo que explica
la popularidad de todos los regímenes autoritarios (esa es la tésis de Erich Fromm en El miedo a la libertad).
Los bolcheviques combatieron el régimen de terror del zar
que, no obstante, fue apenas una sombra de los horrores
del bolchevismo en el poder.
El zar enviaba
a los prisioneros políticos ante una justicia
verdadera; y la defensa podía expresarse tanto, si es que no más, que la acusación
y utilizar como testigo a
una opinión pública
nacional inexistente en un régimen comunista
y sobre todo a la opinión pública
internacional.
Ciertamente hubo en la Rusia de los años 1880-1914 tumultos e insurrecciones reprimidas duramente por un sistema político
arcaico. Sin embargo, de 1825 a 1917, el número total de personas
condenadas a muerte en Rusia
por sus opiniones o su acción política fue de 6.360, de las que 3.932 fueron ejecutadas: 191
desde 1825 a 1905 y 3.741
de 1906 a 1910, cifra que ya había sido superada por los bolcheviques en marzo de 1918, después de estar en el poder solamente durante cuatro meses. El balance de la represión
zarista no tiene,
por lo tanto, punto de comparación con el del terror comunista.
Sin embargo,
los hechos son testarudos y ponen de manifiesto que los regímenes comunistas cometieron crímenes que afectaron a unos a cien millones de personas, contra unos 25 millones de personas aproximadamente del nazismo.
Los métodos
puestos en funcionamiento por Lenin y sistematizados por Stalin y sus émulos, no solamente recuerdan los métodos
Nazis, sino que muy a menudo los precedieron. A este respecto Rudolf Hess, el encargado de crear el campo de Auschwitz y su futuro
comandante, pronunció frases muy significativas:
«La dirección de Seguridad hizo llegar a los comandantes de los campos una documentación detallada en relación con el tema de los campos de concentración rusos. Partiendo de testimonios de evadidos, se exponían
con todo detalle las condiciones que reinaban en los mismos.
Se subrayaban en ellos de manera particular que los rusos aniquilaban poblaciones enteras empleándolas en trabajos forzados»
.
Sin embargo,
el hecho de que los comunistas inauguraran el grado y las técnicas
de violencia en masa y que los nazis pudieran
inspirarse en ellas no implica, desde nuestro punto de vista, que se pueda establecer una relación directa de causa-efecto entre la toma del poder
por los bolcheviques y el surgimiento del nazismo.
…RESPECTO
DE LAS ANIQUILACIONES DE DETERMINADAS CLASES SOCIALES
Desde finales
de los años veinte, la GPU (nueva denominación de la Cheka) inauguró
el método de cuotas: cada región, cada distrito debía detener, deportar
o fusilar un porcentaje dado de personas
que pertenecieran a segmentos sociales «enemigos». Esos porcentajes eran definidos centralmente por la dirección
del
partido.
Y se nos afirmó
sin ambages: hay que levantar a las masas contra ellos y «aniquilar a todos esos malditos, como clase»
Añade: «Para matarlos,
había que declarar:
los kulaks [1]no son seres humanos».
Era exactamente igual que los alemanes cuando decían: los judíos no son seres humanos. «Es lo que dijeron Lenin y Stalin:
los kulaks[1] no son seres humanos».
Y Grossman concluye a propósito de los hijos de los kulaks[1]: «Es como los alemanes que
mataron a los hijos de los judíos en las cámaras de gas: no tenéis derecho a vivir,.. ¡SOIS JUDIOS!»
¿Cómo calificar el crimen que consiste
en exterminar, por razones político-ideológicas, no ya a individuos o a grupos limitados de opositores, sino a segmentos masivos
de la sociedad?
¿Hay que inventar una nueva denominación? Algunos autores anglosajones así lo piensan y han creado el término
«politicidio». ¿O es preciso llegar hasta el punto, como lo hacen los juristas checos, de calificar los crímenes cometidos bajo el régimen comunista
de simplemente «crímenes comunistas»?.
¿Qué se sabía de los crímenes
del comunismo?.
¿Qué se quería saber?.
¿Por qué ha sido necesario esperar a finales de siglo [XX] para que este tema acceda a la condición de objeto de estudio científico?
… ¿EL OSCURANTISMO OCCIDENTAL A LOS MILLONES DE CRÍMENES
COMUNISTAS?
Resulta inevitable
sentirse sobrecogido por un fuerte contraste. Los vencedores de 1945 colocaron legítimamente el crimen
–y en particular el genocidio de los judíos- en el centro de su condena del nazismo.
Ahora bien, no existen análisis
de este tipo en relación
con la cuestión de los crímenes comunistas. Mientras que los nombres de Himmler o de Eichman son conocidos
en todo el mundo como símbolos de la barbarie
contemporánea, los de Dzerzhinsky, Yagoda o Yezhov son ignorados por la mayoría. En cuanto a Lenin, Ho Chi Minh e incluso Stalin aún siguen teniendo
derecho a una sorprendente reverencia.
[…]¿Por
qué ese débil eco en la opinion pública
de los testimonios relativos a los crímenes comunistas?.
[…]¿Por
qué ese silencio incómodo de los politicos?.
Y
sobre todo,… ¿por qué ese silencio «académico» sobre la catastrofe comunista, que
ha afectado desde hace ochenta años a cerca de una tercera parte del género humano en cuatro continentes?.
[…]¿Por qué esa incapacidad para colocar en el centro del análisis del comunismo un factor tan esencial
como el crímen, el crimen en masa, el crimen sistemático, el crimen contra la Humanidad?
>>> ¿Nos encontramos frente a una imposibilidad de comprender?
>>> [o]¿No se trata más bien de una negativa deliberada
de saber, de un temor a comprender?
… LAS RAZONES DE LA OCULTACIÓN
Las razones de esta ocultación son
multiples y complejas
En primer lugar [la primera razón], ha tenido su papel la
voluntad clásica y constante de los verdugos de borrar
las huellas de sus crímenes y de justificar lo
que no podían ocultar.
El
«informe secreto» de Jrushchov de 1956, que constituyó el primer reconocimiento
de los crímenes comunistas
por los mismos dirigentes comunistas, es también, el de un verdugo que intenta a la vez enmascarar y cubrir sus propios
crímenes -como dirigente del partido comunista
en el período más acentuado
del terror- atribuyéndolos solo a Stalin y prevaliéndose de la obediencia a las órdenes.
Jrushchov da testimonio de ello con
crudeza cuando señala las oposiciones con las que chocó durante la
preparación del «informe secreto», en particular
por parte de uno de los hombres de confianza de Stalin: «Kaganovich» era una tiralevitas de tal magnitud que habría degollado a su propio padre si Stalin se lo hubiera señalado con un parpadeo,
diciendole que era en interés de la
Causa: la Causa
del stalinismo, por supuesto.
(...) Discutía
conmigo a causa del miedo egoísta
que le corría por la piel.
(...) Obedecía
al deseo impaciente de escapar
de toda responsabilidad. Aunque hubiera
crímenes, Kaganovich solo deseaba una cosa: estar seguro de
que sus huellas «quedarían borradas».
El hermetismo absoluto de los archivos en los países comunistas, el control total de la prensa,
de los medios y de todas las salidas hacia el extranjero, la propaganda sobre los «éxitos del régimen», todo
este aparato de bloqueo de la información pretendía en primer lugar impedir que saliera a la luz la
verdad sobre los crímenes.
No contentos
con esconder sus crímenes, los verdugos combatieron por todos los medios a los hombres
que intentaban informar.
Después de la Segunda Guerra mundial,
esto resultó particularmente claro en Francia
en dos ocasiones. De enero a abril de 1949 se desarrolló en París el proceso que enfrentó a Victor Kravchenko -ex alto funcionario soviético
que había escrito
Yo escogí la libertad, donde describía la dictadura
stalinista-, con el periódico
comunista dirigido por Louis Aragon, Les Lettres /ranfaises, que cubrió de injurias a Kravchenko.
De noviembre
de 1950 a enero de 1951 se desarrolló, igualmente en París, otro
proceso entre Les Lettres
/ranfaises (de
nuevo) y David Rousset, un intelectual, antiguo
trotskista, que había sido deportado
a Alemania por los nazis y
que, en 1946, había recibido
el premio Renaudot
por su libro El universo
concentracionario.
El 12 de noviembre
de 1949, Rousset había convocado a todos los antiguos deportados de los campos de concentración nazis para que formaran una comisión de investigación sobre los campos de concentración soviéticos, y había sido atacado violentamente por la prensa comunista, que negaba la existencia de aquellos campos. Con posterioridad a la convocatoria de Rousset, el 25 de febrero
de 1950, en un artículo del Figaro littéraire titulado «En favor de la investigación sobre los campos de concentración soviéticos. ¿Qué es peor, Satanás
o Belcebú?», Margaret
Buber-Neumann informaba de su doble experiencia de deportada
en campos de concentración nazis
y
soviéticos.
A. Solzhenitsyn, V. Bukovsky,
A. Zinoviev, L. Plyuch fueron expulsados de su país. Andrei Sajarov fue exiliado a Gorky, el general Piotr Grigorenko fue arrojado en un hospital psiquiátrico, Markov resultó asesinado valiéndose de un paraguas
envenenado. Frente a semejante poder de intimidación y de ocultación, las mismas víctimas
dudaban
a la hora de manifestarse y eran incapaces de reintegrarse en una sociedad
donde campaban a sus anchas sus delatores y verdugos. Vassili Grossman recuerda esta desesperanza. A diferencia de la tragedia
judía, durante mucho tiempo ha resultado imposible para las víctimas del comunismo y para sus causahabientes mantener
una memoria viva de la tragedia, al estar
prohibidas cualquier conmemoración o solicitud de reparación.
Cuando no conseguían ocultar alguna verdad -la
práctica de los fusilamientos, los campos de concentración, las hambrunas provocadas-, los verdugos se las ingeniaron para justificar los hechos maquillándolos groseramente.
Después de haber
reivindicado el terror,
lo erigieron en figura alegórica de la Revolución:
«cuando se corta madera, saltan astillas»,… «no se puede
hacer tortilla sin cascar los huevos»…
… LA PERVERSIÓN DEL LENGUAJE Y LA CONTRAPROPAGANDA
COMUNISTA
Lo peor fue alcanzado sin duda con la perversión del lenguaje [AGITPROP [3]]. Mediante
la magia del vocabulario, el sistema concentracionario se convirtió en una obra
de reeducación, y los verdugos de los educadores fueron dedicados a transformar a los hombres
de la antigua
sociedad en «hombres nuevos».
Como suele suceder a menudo,
la mentira «stricto sensu», no es lo contrario de la verdad, toda mentira se apoya en elementos
de verdad.
[Nota 3]: AGITPROP (propaganda de agitación o agitación y propaganda) es
una estrategia política, generalmente de tendencia comunista,
difundida a través del arte o la literatura,
usando como
métodos la agitación y la propaganda para
influir sobre la opinión pública de este modo y
obtener réditos políticos. Se trata de un concepto originalmente descrito por
el doctrinario marxista Jorge
Plejánov y más tarde por Vladímir
Lenin, llamándolo así por sus argumentos emocionales y razonados.
Wiquipedia.
Ahora bien, una visión deformada
por la propaganda comunista, es fácil
de
corregir, pero es muy difícil volver a llevar al que ve defectuosamente a una concepción intelectual idónea. La primera impresión está cargada de prejuicios y así permanece.
En el terreno
de estas operaciones de contrapropaganda, los intelectuales se
prostituyeron literalmente. Un escritor francés Henri Barbusse, Premio Goncourt 1916, no dudó gracias
al dinero, en lanzar incienso sobre el regimen stalinista, publicando en 1928
un libro sobre la «maravillosa Georgia»,
-donde, precísamente en 1921, Stalin y su
acólito Ordzhonikidze se habían entregado a una verdadera carnicería, y donde
Beria,
jefe del NKVD,
se hacía notar por su maquiavelismo y su sadismo-. Codicia, abulia,
vanidad, fascinación por la fuerza y la violencia, pasión revolucionaria: fuera cual
fuese la motivación, los dictadores totalitarios siempre encontraron los turiferarios que necesitaban, ya fuera la dictadura comunista o cualquier otra.
Frente a la propaganda comunista, Occidente durante mucho tiempo dio muestras de una ceguera excepcional,…
Hubo ceguera en la conferencia de Yalta, cuando el presidente Roosevelt abandonó Europa del Este a Stalin a cambio de la promesa, redactada en buena y debida forma, de que éste convocaría de la manera
más rápida elecciones libres.
Esta ceguera
se vio confirmada, casi legitimada, porque los comunistas occidentales y muchos hombres de izquierda creían que estos países estaban «construyendo el socialismo»,…
El comunismo
presentaba entonces su cara más favorable: apelaba
a la Ilustración, a una tradición
de emancipación social humana, y al sueño de la «igualdad real» y de la «felicidad para todos». Y, al salir de la Primera y después de la Segunda Guerra Mundial, ¿qué
pueblo europeo o asiático no estaba ocupado en cicatrizar las heridas de
innumerables duelos?.
La ocultación de la dimensión
criminal del comunismo se relaciona, sin embargo, con tres razones más específicas:
La primera tiene que ver con la idea misma de revolución.
La segunda razón tiene que ver con la participación de los soviéticos en la victoria
sobre el nazismo, que permitió
a los comunistas enmascarar bajo un patriotismo ardiente sus objetivos
finales que tenían como meta la toma del poder.
Esta participación de los comunistas
en la guerra y en la victoria sobre el nazismo hizo triunfar de manera definitiva la noción de antifascismo como criterio de la verdad para la izquierda, y, por supuesto, los comunistas se presentaron como los mejores representantes y los mejores defensores y le había sido fácil, en nombre del antifascismo,
hacer callar a los recalcitrantes de antifascismo. El antifascismo se convirtió para el comunismo en una etiqueta…
La última
razón de la ocultación es más sutil, y también más delicada
de expresar. Después de 1945, el
genocidio de los
judíos apareció como el paradigma de la barbarie moderna, hasta ocupar todo el espacio
reservado a la
percepción del terror de masas durante
el siglo XX. Después de haber
negado, en una primera
época, la especificidad de la persecución de los judíos llevada a cabo por los nazis, los comunistas comprendieron inmediatamente la ventaja que podían obtener
de un reconocimiento de ese tipo al reactivar regularmente el antifascismo.
Más recientemente, el que
se pusiera de manifiesto la «singularidad» del
genocídio de los judíos, enfocando la atención sobre una atrocidad excepcional,
ha impedido también percibir otras realidades del mismo orden en el mundo comunista.
… EL RECONOCIMIENTO OFICIAL DE JRUSHCHOV EN 1956:
«TODO ES VERDAD»
El primer gran cambio en el reconocimiento oficial de los crímenes comunistas
se sitúa el 24 de febrero de 1956. Esa tarde, Nikita
Jrushchov, Primer Secretario [del PCUS entre
1953 y 1964, y Presidente del Consejo de Ministros desde 1958 a 1964], sube a
la tribuna del XX Congreso del Partido Comunista
de la Unión Soviética,
el PCUS. La sesión es a puerta
cerrada. Sólo los delegados al congreso asisten a la misma. En
medio de un silencio absoluto, aterrados,
escuchan al Primer Secretario del Partido destruir
metódicamente la imagen del «padrecito de los
pueblos», del «genial
Stalin» que fue, durante treinta años, el héroe del comunismo mundial. Este informe,
conocido desde entonces como el «informe secreto», constituye una de
las inflexiones fundamentales del
comunismo contemporáneo. Por primera vez un dirigente
comunista del más alto rango reconoció oficialmente, aunque
sólo para información de los comunistas, que el
régimen que se había apoderado del
poder en 1917, había conocido una «derivación»
criminal.
Las
razones que impulsaron al «señor K»
a quebratar uno de los mayores tabúes del
régimen soviético eran múltiples. Su objetivo principal era imputar los crimenes del comunismo sólo a
Stalin y sin circunscribir el mal y sajado, a
fin de salvar el régimen. Influía igualmente en su decisión la voluntad
de desencadenar un ataque contra el clan de los
stalinistas, que se oponía a su poder en nombre de los métodos de
su antiguo patrón, y por tanto, en el verano de
1957, estos hombres fueron apartados de
todas sus funciones.
(…) los motivos de Jrushchov eran
mas profundos. Él, que había sido el jefe
máximo de Ucrania durante años y, por esa razón, había llevado a cabo
y ocultado gigantescas matanzas,
parecía cansado de toda esa sangre.
De repente apostrofa con dureza a sus camaradas: «Qué vamos a hacer con aquellos que fueron detenidos,
liquidados?»
(…) Ahora sabemos que las
víctimas de las represiones eran inocentes. Tenemos la prueba
irrefutable de que «lejos de ser enemigos
del pueblo, eran hombres y mujeres honrados, dedicados al Partido, a la Revolución, a la cáusa
leninista de la edificación del socialismo y del comunismo».
(...) Es imposible ocultar
todo. Antes o después, aquellos
que están en prisión, en los campos de concentración, saldrán y volverán
a sus casas. Relatarán entonces a sus
padres, a sus amigos, a sus camaradas
lo que sucedió.
(...) Por eso estamos
obligados a confesar a los delegados
todo sobre la manera en que se ha dirigido el Partido durante
estos años.
(...) ¿Cómo
pretender que no sabíamos lo que sucedió?
(...) Sabemos lo que era el reinado de la represión y de la arbitrariedad en el Partido y debemos decir al Congreso lo que sabemos.
(...) En la vida de cualquiera que ha cometido un crimen llega un momento
en que la confesión le asegura la indulgencia si es que no la absolución»
Era necesario que se detuviera la matanza. Jrushchov tuvo ese valor,
incluso, aunque en 1956 [en el mismo año], no dudó en enviar los blindados soviéticos a Budapest.
En 1961, durante el XXII
Congreso del PCUS, Jrushchov recordó no sólamente a
las víctimas comunistas, sino también al conjunto de víctimas de Stalin,
y propuso incluso que se
erigiera un monumento en su memoria. Sin duda había traspasado
el límite invisible más allá del cual, se
ponía en cuestión el principio mismo del
régimen: el monopolio del
poder absoluto reservado al Partido comunista. El
monumento nunca vió la luz.
En 1962 el Primer Secretario
autorizó la publicación de Un día en la
vida de Iván Denissovich de Aleksandr Solzhenitsyn.
El 24 de octubre de 1964 Jrushchov fue brutalmente depuesto de todas sus funciones pero
no fue liquidado y murió en el anonimato en 1971.
… EL «INFORME SECRETO» DE JRUSHCHOV Y SU
RECONOCIMIENTO DE LOS HECHOS
Todos los analistas reconocen
la importancia decisiva
del «informe secreto» que suscitó una ruptura fundamental en la trayectoria del comunismo
durante el siglo XX. Francois Furet, que acababa de abandonar el Partido comunista
francés en 1954, escribió al respecto:
«Ahora bien, lo que el "informe secreto" de febrero de 1956 trastorna
de golpe, nada más conocerse, fue la condición de la idea comunista en el universo. La voz que denuncia los crímenes de Stalin no procede ya de Occidente sino de Moscú, y del sancta sanctorum de Moscú, el Kremlin. Ya no es la voz de un comunista que quebranta el destierro sino
la del primero
de los comunistas del mundo, el jefe del Partido
en la Unión Soviética
(...) El extraordinario poder de "informe secreto" sobre los espíritus
procede del hecho de que carece de contradictores»
Desde 1917-18,
se habían enfrentado
en el seno mismo del movimiento socialista
los creyentes de la «Gran luz en
el Este» y los que criticaban sin remisión
a los Bolcheviques. La disputa giraba esencialmente sobre el método de Lenin: violencia, crímenes y terror.
Mientras que desde los años veinte hasta los años cincuenta, el lado sombrío
de la experiencia bolchevique fue denunciado por numerosos testigos,
víctimas u observadores cualificados, así como en innumerables artículos y obras,
hubo que esperar
a que los comunistas en el poder lo reconocieran por sí mismos.
Se trataba de un reconocimiento tendencioso puesto que el «informe
secreto» solo
abordaba la cuestión de las víctimas
comunistas [los asesinados]. No obstante, era un reconocimiento que aportaba una primera confirmación de los testimonios y estudios anteriores y corroboraba lo que todos sospechaban desde hacía mucho tiempo: el comunismo había
provocado en Rusia
una inmensa tragedia. [durante
generaciones]
[China] Comparados con el precursor Jrushchov, dieron
la impresión incluso
de ir con retraso: hubo que esperar a 1979 para que el Partido comunista chino distinguiera en la política de Mao «grandes
méritos» -hasta 1957-,
y «grandes errores» a continuación. Los vietnamitas no abordaron la cuestión más que con la distorsión de condenar el genocidio perpetrado por Pol Pot. En cuanto a Castro, ha negado las atrocidades cometidas bajo su égida.
La mayoría de las veces,
los testimonios, las erupciones de la memoria,
los trabajos de las comisiones independientes creadas a iniciativa de algunos individuos -como la Comisión internacional sobre el régimen
concentracionario de David Rousset, o la Comisión para establecer la verdad sobre los crímenes
de Stalin- fueron
cubiertos por el bombo de la propaganda comunista acompañada por un silencio ruin o indiferente. Este silencio, que se produce generalmente en algún momento de sensibilización debido a la aparición de alguna obra -Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn- o de un testimonio más indiscutible que otros -Los relatos
de Kolymá, de Varlam Shalamov o La utopía asesina de Pin Yathay-
muestra una resistencia frente
a los impactos propia de sectores más o menos
amplios de las sociedades occidentales en relación con el fenómeno comunista. Se han negado hasta ahora a mirar a la realidad
frente a frente:
el sistema comunista implica, aunque en grados diversos, una dimensión fundamentalmente criminal. Con
esta negativa, han participado en el engaño, en el sentido
en que lo entendía Nietzsche: «Negarse a ver algo que se ve, negarse a ver algo cuando se ve».
A pesar de todas estas dificultades, numerosos observadores lo han intentado.
De los años veinte
a los años cincuenta –y a falta de datos más fiables cuidadosamente escondidos por el régimen soviético-, la investigación descansaba esencialmente en el testimonio de los tránsfugas. Susceptibles de ser alimentados por la venganza, la difamación sistemática o de ser manipulados por un poder anticomunista, estos
testimonios eran sistemáticamente rechazados por los turiferarios del comunismo.
En los años setenta y ochenta, la gran obra de Solzhenitsyn -Archipiél go Gulag y después el ciclo de los «Nudos»
de la revolución rusa-, provocó un
verdadero trauma en la opinión pública. Fue, sin duda, más el trauma de la literatura, del cronista de genio, que
la toma de conciencia general
del horrible sistema que describía.
Su testimonio, no obstante, fue decisivo para desencadenar una primera toma de conciencia, igual que el de Shalamov sobre Kolymá, o el Pin Yathay sobre Camboya. Aún más recientemente, Vladimir Bukovsky, una de las principales figuras
de la disidencia soviética bajo Brezhnev, lanzó un nuevo grito reclamando, bajo el título
de Juicio en Moscú, la creación de un nuevo tribunal
de Nüremberg para juzgar las actividades criminales
del régimen. Su libro fue acogido en Occidente con un éxito de crítica.
Hoy en día, no solamente
los archivos confirman
estos testimonios puntuales
sino que permiten ir mucho más allá. Los archivos internos
del sistema de represión de la an tigua Unión Soviética, de las antiguas democracias populares
y de Camboya, arrojan luz sobre una realidad aterradora: el carácter masivo y sistemático del terror, que, en muchos casos, ha desembocado en un crimen contra la Humanidad.
Ha llegado el momento de abordar
de una manera científica-documentada con hechos incontestables y liberada de las cuestiones político-ideológicas que pesaban
sobre ella, la cuestión
recurrente que todos los observadores se han planteado:
«¿Qué
lugar tiene el crimen en el sistema comunista?».
… ¿CUÁL ES EL DEBER Y LA APORTACIÓN
DEL «LIBRO NEGRO DEL
COMUNISMO»
Con esta perspectiva, ¿cuál
puede ser nuestra
aportación específica?.
Nuestra acción responde, en primer
lugar, a un deber
histórico.
Ahora bien, esta historia del terror comunista constituye uno de los elementos mayores
de una historia europea que sostendría firmemente los dos extremos
de la gran cuestión historiográfica del totalitarismo. Este ha conocido una versión hitleriana pero también una versión leninista
y stalinista, y no es de recibo
elaborar una historia
hemipléjica, que ignore
la vertiente comunista. De la misma
manera, no resulta
aceptable la respuesta que consiste en reducir la historia del comunismo a su única dimensión nacional, social y cultural. Cada comunismo nacional ha estado
unido por una especie de cordón umbilical a la matriz
rusa y soviética, contribuyendo a desarrollar ese movimiento mundial. La historia con la que nos enfrentamos es la de un fenómeno
que se ha desarrollado en el mundo entero y que afecta a toda la Humanidad.
El segundo deber al que responde esta obra es un deber relacionado con la memoria.
Honrar la memoria de los
muertos constituye una obligación moral,
sobre todo cuando se trata de las víctimas inocentes y anónimas de un Moloc de poder absoluto que ha buscado borrar
hasta su recuerdo.
Después de la caída del Muro de Berlín y del colapso del centro del poder comunista en Moscú, Europa, continente matriz de las experiencias trágicas
del
siglo XX, está en camino
de recomponer una memoria común. Podemos contribuir a ella por nuestra parte.
Aquí, afecta a países en que el comunismo no ha tenido prácticamente ningún peso, ni en la sociedad ni en el poder: Gran Bretaña, Australia, Bélgica, etc.
Allí, se manifiesta en países donde el comunismo
ha sido un poder
puesto en tela de juicio -enlos Estados Unidos después de
1946- o ha disfrutado de cierta importancia, incluso aunque no se haya apoderado del poder -Francia, Italia, España, Grecia, Portugal-. Además, todavía continúa imponiéndose con fuerza en los países en que el comunismo ha perdido un poder que había detentado durante
varias décadas -Europa del Este, Rusia-.
Finalmente, su pequeña llama vacila en medio de peligros allí donde el comunismo se encuentra todavía
en el poder -China,Corea del Norte, Cuba, Laos,
Vietnam .
Allí donde el comunismo aún continúa en el poder, los verdugos
o sus herederos llevan a cabo o una negación
sistemática, como en Cuba o en China,
o incluso continúan reivindicando el terror como forma de gobierno
-en Corea del Norte-.Este deber
de la historia y de la memoria
posee indudablemente un aspecto moral.
Ya en 1931, en la encíclica Quadragesimo Anno, Pío XI había escrito:
«El comunismo tiene en su enseñanza y en su acción un doble objetivo que persigue no en secreto y por caminos desviados, sino abiertamente, a la luz del día y por todos los medios, incluidos los más violentos: una implacable lucha de clases y la completa desaparición de la propiedad
privada.
Para lograr este objetivo, no hay nada a lo que no se atreva, no hay nada que respete; allí donde ha conquistado el poder, se muestra
salvaje e inhumano hasta un grado que apenas
se puede creer y que resulta extraordinario, tal
y como testifican las terribles
matanzas y las ruinas que ha acumulado en inmensos países
de Europa Oriental
y de Asia».
… ¿CUÁL ES EL DEBER DEL HISTORIADOR?
(…)¿cuál debe ser, cuál puede ser el discurso
del historiador frente al relato «heróico» de los partidarios del comunismo
o al relato patético de sus
víctimas?.
En sus Memorias de ultratumba, Francois-René de Chateaubriand escribió:
«Cuando, en el silencio de la abyección, solo se oye sonar
en la cadena del esclavo y en la voz del delator; cuando
todo tiembla ante el tirano y es tan peligroso incurrir en su favor como merecer su desdén, aparece el historiador, cargado con la venganza
de los pueblos. En vano prospera Nerón porque Tácito ya ha nacido en el Imperio».
Los autores del libro[de éste], no han sido siempre extraños a la fascinación del comunismo. A veces, incluso,
han sido partícipes, desde su modesta
situación, del sistema comunista, ya sea en su refrito ortodoxo leninista-stalinista, ya sea en refritos anexos y disidentes
(trotskistas,
maoístas). Y aunque
permanecen anclados en la izquierda -y precísamente porque
permanecen anclados en la izquierda tienen que reflexionar sobre las razones de su ceguera.
En nombre de los valores democráticos, y
no en el de los ideales nacional-fascistas,
deben condenarse y analizarse los crímenes del comunismo. Este acercamiento implica
un trabajo comparativo, desde China a la URSS, de Cuba a Vietnam.
Los vencedores de Nüremberg pudieron
fotografiar
y filmar con profusión los millares de cadáveres del campo de concentración de Bergen-Belsen y se han encontrado las fotos tomadas
por los mismos verdugos,
como la
de ese alemán que dispara
a bocajarro sobre una mujer que lleva a su hijo en los brazos.
Nada de eso existe en relación con el mundo comunista en que se había organizado el terror en el seno del secreto más estricto.
No se contente el lector con algunos documentos iconográficos reunidos aquí.
Consagre el tiempo necesario
a conocer, página a página, el calvario sufrido
por millones de seres humanos. Realice
el indispensable esfuerzo de imaginación para representarse
[imaginarse], lo que fue esa inmensa tragedia
que va a continuar marcando
la historia mundial
durante las próximas
décadas. Entonces se
planteará la cuestión
esencial:
¿Por qué?.
¿Por qué Lenin, Trostky, Stalin y los demás consideraron necesario
exterminar a todos aquellos a los que designaban como «enemigos»?.
¿Por qué se creyeron
autorizados a conculcar
el código no escrito
que rige la vida de la Humanidad: «No matarás»?
…
FIN DEL TEXTO
El LIBRO NEGRO DEL COMUNISMO incluye también CINCO Textos más cuyo enunciado se
establece a continuación, y que vienen a desarrollar de forma detallada, «los crímenes del comunismo» en las
diferentes partes del mundo, y cuya inclusión no es objeto de este BLOG, aunque
sí RECOMENDAMOS encarecidamente su lectura y conocimiento.
PRIMERA PARTE : UN
ESTADO CONTRA SU PUEBLO
VIOLENCIAS, TERRORES Y REPRESIONES EN LA UNIÓN SOVIÉTICA
Autor : Nicolás Werth
SEGUNDA PARTE : REVOLUCIÓN
MUNDIAL, GUERRA CUVIL Y TERROR
Autores: 1
y 2 : Stéphane Courtois y Jean-Louis Panné
3 : Remi Kauffer
TERCERA PARTE : LA OTRA EUROPA VÍCTIMA DEL COMUNISMO
Autores: : Andrzej Pacczkowski y
Karel Bartosek
CUARTA PARTE : COMUNISMOS DE ASIA: ENTRE LA REEDUCACIÓN
Y LA
MATANZA
Autores CHINA, VIETNAM, LAOS y CAMBOYA : Jean-Louis
Margolín
COREA DEL NORTE : Pierre Rigoulot
QUINTA PARTE : EL TERCER MUNDO
Autores : Pascal Fontaine, Yves
Santamaría y Sylvain Boulouque
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