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domingo, 9 de agosto de 2015

085- 2017: Centenario del mayor GENICIDIO del Mundo. Viejos MARXISMOS & Nuevos COMUNISMOS [2ª parte:1904 y 1905]: De la guerra RUSO-JAPONESA a la Revolución de 1905


“Solamente aquél que contribuye al futuro, tiene derecho a juzgar el pasado”
Friedrich Nietzsche


DE LA RUSIA ZARISTA  Y LOS PROLEGÓMENOS REVOLUCIONARIOS
A finales del siglo XIX y comienzos del XX,
una pluralidad de factores políticos, económicos, agrícolas, industriales, culturales y sociales tuvieron lugar en la Rusia zarista, situación que se complicó al entrar  Rusia en agosto de 1914 en la Iª Guerra Mundial. Estos factores fueron el origen y la causa de los tiempos revolucionarios por los que pasó el país, y que fueron aprovechados por los marxistas bolcheviques para desencadenar la Revolución Rusa y la implantación del comunismo.
Paradójicamente Rusia se encontraba en 1904 ante un creciente desarrollo industrial que favoreció el crecimiento de las ciudades y una cierta efervescencia cultural crecida al amparo de la monarquía. Pero contrariamente a esta situación, la creciente clase obrera nacida de las nuevas industrias no participaba de este florecimiento. El sistema económico imperante muy dependiente de la nobleza y la alta burguesía, no permitía la justa redistribución de la riqueza y la participación en la prosperidad de la clase obrera, lo que fue el caldo de cultivo para el desarrollo de la ideología comunista.
El Imperio Ruso seguía siendo un país con más de un 80% de la población esencialmente rural y un gran atraso cultural que ES SIEMPRE la base de las revoluciones, y aunque hubía surgido al amparo del desarrollo industrial un nuevo proletariado campesino que fue refractario a las ideas revolucionarias, y se había enriquecido y generado una nueva clase media social, por lo que paradójicamente el número de campesinos «sin tierra» había aumentado. No perdamos de vista que el Marxismo había surgido como ideología en 1848, aunque sus ideólogos no tenían todavía entonces la aceptación ni la permeabilidad entre las clases sociales que ellos esperaban.

Haciéndose eco de la Revolución Industrial imperante en el mundo, ciertamente las reformas en la Rusia zarista generaron una apertura al capitalismo dentro de la sociedad, liberalizando en gran medida las estructuras económicas, sociales y culturales, aunque el sistema político permaneció prácticamente inalterado. Este auge capitalista generó importantes desequilibrios entre la clase obrera que propiciaron la formación de organizaciones revolucionarias marxistas que encabezaron una lucha social permanente contra el sistema.

Entre los primeros grupos marxistas aparece en 1883 el grupo la Emancipación del Trabajo creado entre otros por Guerorgui Plejánov, revolucionario ruso y propagandista marxista y considerado como fundador de la nueva Rusia. Entre los objetivos iniciales de Plejánov, no se encontraba el de impedir el desarrollo del capitalismo ni tampoco la de apoyar los actos revolucionarios que se oponían al zarismo, como venían defendiendo otros grupos como los Amigos del Pueblo o «populistas», sino en la de potenciar el desarrollo del capitalismo que supone «en sí misma» la propia clase obrera.
Las represiones del pueblo, la falta de un programa, la desunión, la carencia de debates constructivos que unificaran las diferentes ideologías, todo ello unido a los protagonismos de sus dirigentes evitan, que estos grupos revolucionarios se organizaran, se dotaran de una dirección y de una acción  planificada.



El Iº Congreso fundacional del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) nace en Minsk en 1898 [nota 4]. Su ideología es «marxista» y su base social: «el proletariado» formado fundamentalmente por los obreros industriales. Su evolución ideológica sería hacia la implantación del comunismo. Desde sus inicios se produce una importante división entre sus miembros y en sus fines programáticos.
A los mencheviques (minoría), marxistas ortodoxos a cuyo frente se encuentran Martov y Plejánov, consideran la revolución como el único instrumento necesario para avanzar hacia el socialismo. Se oponen en las asambleas con virulencia los bolcheviques (mayoría) dirigidos por Lenin, marxistas más radicalizados que establecerían que la «dictadura del proletariado» y el «comunismo» eran la única vía para la revolución.
Al Iº Congreso de Minsk le sucede el IIº Congreso del POSDR, celebrado en el exilio entre Bruselas y Londres en 1903, y lo celebran por separado mencheviques y bolcheviques [por las diferencias mantenidas desde su inicio en sus fines programáticos]. A este congreso se sucedieron otros posteriores celebrados entre 1903 y antes de1917.

[Nota 4]. Curiosamente se adopta el apellido  «socialdemócrata» en contradicción con el régimen totalitarista implantado, pero esta denominación sería corregida por Lenin en 1918 transformándolo en el Partido Comunista de Rusia. En 1925 tras la creación de la URSS, cambia de nuevo su nombre por el de Partido Comunista  de los bolcheviques de la Unión. En 1952 fue denominado como Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), siendo ilegalizado en 1991 y posteriormente refundado en 1993 como Partido Comunista de la Federación Rusa.

Lenin, Iskra y los inicios revolucionarios
Entre 1901 y 1904 los socialdemócratas (bolcheviques) del POSDR crecieron y se fortalecieron en Rusia, siendo una de las bases de este crecimiento la publicación del periódico Iskra (La Chispa) por Lenin, cuando éste regresa a Rusia en diciembre de 1900. Iskra pasó a ser un órgano clandestino de articulación de las ideas revolucionarias y de la política del POSDR.
En sus inicios fue publicado fuera de Rusia e impreso con posterioridad en imprentas clandestinas en ciudades rusas. El periódico tuvo un importante papel agrupando y unificando los diferentes círculos de base, generando una línea de actuación y estableciendo la «línea programática» de los bolcheviques, aunque desde su publicación, otros periódicos revolucionarios como la Rabócheie Dielo (La Causa Obrera), dirigida por Krichevski y Martínov, polemizaran contra Iskra desde los puntos de vista economicistas y programáticos. Hemos citado en la 1ª parte que ya predijo el filósofo anarquista Bakunin, que el único objetivo de Lenin y de los marxistas con la implantación del «comunismo», era la creación de «un poderoso estado centralizado». No se equivocaba.



El 8 de febrero 1904, se inicia la Guerra Ruso-Japonesa,
producto de las tensiones geoestratégicas exteriores que se venían sucediendo con Japón desde 1895, este conflicto se sumó a las tensiones sociales internas de la nación, formando un coctel explosivo.
El «statu quo» establecido en los Acuerdos de 1900 entre Rusia y Japón, se había incumplido con el mantenimiento de la ocupación rusa de Manchuria y la península de Liaodong en el Mar de Japón, desencadenando inevitablemente la guerra.
Rusia había incumplido dichos Acuerdos desde un primer momento, con el mantenimiento de su hegemonía sobre el puerto colonial de Port Arthur, el fortificado y mayor puerto naval ruso que daba salida a su flota al levante asiático y a cuyo dominio Rusia no estaba dispuesta a renunciar, al ubicarse en una península rodeada por el océano, con tres costas, y ser un enclave estratégico con salida al Mar de Japón. En la actualidad, desde el término de la IIª Guerra Mundial en 1945, pertenece a China y se denomina Dalian, formando parte de la provincia de Liaoning.

La guerra supuso un autentico desastre para Rusia. Frente a unos efectivos movilizados por los rusos de unos 2 millones de soldados, los japoneses que nunca llegó a los 900.000 efectivos, se enfrentaba con una flota y un ejército recién modernizado y más preparado que el ruso. Japón neutralizó a la flota rusa de Port Arthur desde su primer ataque, a la que hundió dos acorazados y bombardeó hasta su casi total destrucción, y aunque la flota intentó escapar del asedio, fue posteriormente interceptada y derrotada en la batalla del Mar Amarillo.
Las tropas rusas terrestres que fueron enviadas para liberar y repeler a los japoneses en agosto de 1904, fueron también derrotadas en la batalla de Liaoyang, retirándose los rusos a Shenyang. Posteriormente el ejército japonés les infringió una nueva derrota, esta vez en el río Sha-ho, al sur de Mukden, aunque el hecho más trascendente fue la pérdida en mayo de 1905, prácticamente de casi toda la flota rusa del Báltico [Nota 5] en la batalla del Estrecho de Tsushima en el Mar de Japón.

[Nota 5]. PÉRDIDAS SUFRIDAS entre las armadas que se enfrentaron:
RUSIA, con 11 Acorazados, 8 Cruceros, 9 Destructores + Barcos auxiliares :
- Tuvo: 4.380 muertos y 5.917 heridos y 21 barcos hundidos, 7 capturados y 6 inutilizados.
JAPÓN, con 4 Acorazados, 27 Cruceros, 21 Destructores y 37 Torpederos + Barcos auxiliares :
- Tuvo: 117 muertos y 583 heridos y tan solo 3 torpederos hundidos. Fuente: Wikipedia

Para las naciones de occidente, la guerra supuso una sorprendente victoria del Japón que a raíz de ello se convirtió en una potencia mundial a tener en cuenta, y que obligó necesariamente a Rusia a «negociar la paz». Sería el presidente norteamericano Theodore Roosvelt quien forzaría dicho acuerdo el 5 de septiembre de 1905 en la Conferencia de Paz de Portsmouth [EE.UU.].

Para Rusia, inmersa también en la Revolución interna desde 1905, las estipulaciones de Portsmouth como país derrotado, fueron casi vejatorias. Se obligaba a Rusia a reconocer la preeminencia de los intereses de Japón en Corea, a la cesión en arrendamiento de la península de Liaodong y de la base de Port Arthur, del ferrocarril de Manchuria, así como a la cesión de la mitad de la isla de Sajalín, aunque ambos países se comprometieran en el documento a restituir Manchuria a China. Manchuria y Taiwán volverían a la soberanía china muchos años después como consecuencia de la IIª Guerra Mundial, tras la salida final de Japón del territorio chino.




«Domingo Sangriento» y la Revolución de 1905
Inmersa todavía Rusia en plena guerra Ruso-Japonesa, el domingo 22 de enero de 1905 se produce el «Domingo Sangriento». Los sucesos ocurridos ante el Palacio de Invierno de San Petersburgo [actual Museo del Hermitage], fueron sin duda el germen de la caída de la autocracia del zar Nicolás II en 1917, y coadyuvaron a la implantación del comunismo en Rusia.
La manifestación convocada ante el Palacio de Invierno, concebida inicialmente como una protesta pacífica, estuvo formada por más de 300.000 personas, principalmente de familias trabajadoras de obreros y campesinos, y encabezada incluso por sacerdotes de la iglesia ortodoxa que portaban iconos religiosos e incluso imágenes del zar, quien conocedor de la convocatoria se marchó antes de S. Petersburgo.

La manifestación pacífica cambio su significado cuando tras las ordenes de su tío el gran duque Vladímir Aleksándrovich ordenó abrir fuego contra la multitud, siendo violentamente aplastada con las armas por los soldados pertenecientes a las tropas cosacas de la Guardia Imperial que realizaron una autentica matanza. Se citan cifras oficiales de más de 200 muertos y más de 1000 heridos, entre ellos mujeres y niños, aunque dichas cifras fueron sin duda mucho más elevadas, a tenor de las noticias vertidas entonces por la prensa mundial que hablaba de miles de muertos.

La represión sangrienta y gratuita de tales hechos, provocó una ola de protestas y de agitación política generalizada a lo largo de todo el Imperio ruso, y fue el germen del inicio de la Revolución, con masivas huelgas obreras en numerosas ciudades, actos terroristas, la sublevación de un campesinado inmerso durante años en la miseria e incluso con motines en las fuerzas armadas como la famosa insurrección del acorazado Potemkin, en donde se produjeron más de 2000 muertos entre sus marineros. Pero en esos momentos todavía los grupos revolucionarios y los motines estaban desorganizados y fueron brutalmente aplacados por los militares.
A partir del «Domingo Sangriento», las huelgas obreras se multiplicaron en San Petersburgo, y cientos de miles de trabajadores se lanzarían a la calle como reflejo de la situación caótica que se vivía en otros puntos del país.
Estos hechos sucedían al mismo tiempo que tuvo lugar también la vergonzosa derrota sufrida por Rusia en la guerra ruso-japonesa, que generaría además, una profunda insatisfacción frente a un gobierno al que consideraban corrupto e ineficiente. Se  seguía alimentando el «caldo de cultivo» creado para que triunfara la Revolución, momento que sería aprovechado en 1917 por los voceros bolcheviques organizados con Lenin al frente.

Todos los avances «cruentos y sangrientos» conseguidos por el pueblo ruso en esos días con su propia sangre, se traducirían, como veremos, en la implantación en 1917 del totalitarismo del régimen de los bolcheviques del POSDR, que los oprimiría y asesinaría a millones durante las decenas de años posteriores [hasta 1989]. Por eso no debemos creer a esos «salvadores mesiánicos» que surgen oportunísticamente.
Una vez más la Historia demuestra que es el propio pueblo el que paga siempre los errores cometidos.

 NICOLÁS II. Poder autocrático y semidiós religioso

En los siguientes meses la insurrección civil dominaría en Rusia. Cada sector social reivindicaba sus propios intereses: los arrendatarios pedían menores tasas; los asalariados, mayores sueldos; los campesinos latifundistas propietarios de tierras, denunciaban la ocupación de las mismas, los incendios y los robos, en suma el ODIO inundó todas las clases sociales.
El punto álgido llegó con la llamada Gran Huelga de Octubre de 1905, organizada por los mencheviques liderados por León Trotsky. La huelga de más de 200 fábricas se propagaría como un incendio a Moscú y a otras capitales, paralizándose además todos los ferrocarriles de Rusia.


El 14 de octubre se le entregaría al zar un manifiesto en donde se le arrebataba el derecho democrático con «la exigencia» del voto, la legalización de los partidos políticos y otras reivindicaciones democráticas, en detrimento del omnímodo poder del que éste estaba investido.

Obligado por la Revolución de 1905, el 30 de octubre el zar promulga «El Manifiesto para la mejora del orden del Estado»

 El zar pretende con este Manifiesto reducir los desordenes sociales, el malestar existente, apaciguar a los manifestantes, y realizar una «presunta» democratización de sus poderes con la concesión y el otorgamiento de libertades a los derechos de asociación, reunión, expresión, participación e inmunidad política, así como el establecimiento del derecho de sufragio universal masculino. Teóricamente con este Manifiesto prometía realizar, una transición hacia una verdadera democracia representativa, aunque como después se pudo comprobar con el texto legislativo establecido en la Constitución Rusa [promulgada a finales de abril de 1906], el zar realmente ni estaba dispuesto a su implantación, ni a la cesión de sus poderes autocráticos, como después se podría comprobar en la redacción dada la Constitución Rusa a finales de abril de 1906. 



Una simple frase de Trotsky, determina lo valiosa que fue la Revolución de 1905 para los revolucionarios y el punto de NO RETORNO que supuso para la monarquía:

«Por el propósito directo e inmediato que a sí misma se impone, la Revolución Rusa es propiamente “burguesa”, pues tiene por objeto emancipar a la sociedad burguesa de los grilletes y las cadenas del absolutismo y la propiedad feudal. Ahora bien, la principal fuerza motriz de esta revolución se halla constituida por el proletariado, y por esta razón, por su método, es  la revolución es proletaria»


 León Trotsky hijo de una pareja de judíos terratenientes agrarios de clase media, fue un político “populista” y señero revolucionario de la época, que participó como miembro del POSDR desde su Iº Congreso de 1898 en Minsk.  Conoció a Lenin en Londres y a Yuli Mártov y Gueorgui Plejánov, miembros editores del periódico ISKRA, con el que colaboró activamente. En el POSDR se alineó con el grupo de los Mencheviques, y aunque tuvo fuertes disputas ideológicas con Lenin, fue uno de los organizadores clave de la Revolución de Octubre de 1917 que dio el poder a los Bolcheviques.

Formó parte de los negociadores de la retirada de Rusia de la Iª Guerra Mundial en la Paz de Brest-Litovsk, siendo también el creador del Ejército Rojo que consolidaría los esfuerzos revolucionarios venciendo a los contrarrevolucionarios del Ejército Blanco durante la Guerra Civil Rusa.

Tuvo duros enfrentamientos ideológicos con Lenin, del que decía que «era el jefe del ala reaccionaria del POSDR» y al que calificó duramente en un artículo de 1904, afirmando que un partido en el poder como el que defendía Lenin, conduciría al terror, ya que:
«La Organización del partido sustituye al partido en su conjunto,
luego el Comité Central sustituye a la Organización
y finalmente el Dictador sustituye al Comité Central».
Como podemos observar por la Historia, Trotsky adivinó ya en 1904, el futuro en el que se convertirían las dictaduras comunistas en el mundo.

No obstante sus enfrentamientos con Lenin, sus méritos lo elevaron a ser el Primer Presidente del Soviet Militar Revolucionario [1918~1925]. Lideró durante toda su vida política una oposición de izquierda democrática. Posteriormente se enfrentaría política e ideológicamente con Iósif Stalin, quien dio la orden de asesinarlo. Estos enfrentamientos lo llevarían al exilio y a su posterior asesinato por el español Ramón Mercader, en agosto de 1940 (México), quien acercándose por la espalda le clavó un piolet en la cabeza.
Es el ideólogo-inspirador de la corriente trótskista del Comunismo.

Sigue,…[3ª]



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