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domingo, 30 de agosto de 2015

086- 2017: Centenario del mayor GENICIDIO del Mundo. Viejos MARXISMOS & Nuevos COMUNISMOS [3ª parte:1906 a 1916]: De la 1ª GUERRA MUNDIAL a las REVOLUCIONES de 1917



VIEJOS MARXISMOS & NUEVOS COMUNISMOS
[3ª parte:1906 a 1916]:  DE LA Iª GUERRA MUNDIAL HASTA LAS REVOLUCIONES DE 1917
« La revolución no se hace, sino que se organiza »
« La organización está bien, pero el control es mejor »

Vladímir Ilich Uliánov «Lenin » [1870~1924].Abogado, político, revolucionario y comunista ruso.
Líder de los Bolcheviques del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia [POSDR]
 y principal dirigente de la Revolución de Octubre de 1917 



EL «MANIFIESTO» DEL ZAR Y LA NUEVA CONSTITUCIÓN RUSA
1906: La Constitución Rusa y la Duma Imperial
Los levantamientos del campesinado se seguirían sucediendo durante 1906 y en los años posteriores. El divorcio entre el zar y su pueblo no tendría punto de retorno, y no servirían para nada ni las llamadas a la serenidad del propio zar, ni la promulgación de la Constitución Rusa el 23 de abril de 1906, ni tampoco la creación de la Asamblea Legislativa o DUMA a partir del mes de julio, con la representación de muy diversos partidos y sectores sociales entre los que se encontraban tanto mencheviques como bolcheviques. La opinión del pueblo se encontraba en un punto de no retorno, se había radicalizado frente a los asesinatos, la opresión interior y la situación económica del país.

El pueblo se había radicalizado frente al poder del zar por los asesinatos, la miseria en gran parte de la población, la sistemática opresión interior y la situación económica del país. La confrontación con el Imperio y al gobierno del zar era el único punto en que estaban de acuerdo todos los sectores sociales, pero sin soluciones unificadas a estos momentos convulsos, y los propios intereses partidarios enfrentaría entre sí a los sectores sociales.
Rusia iba a pasos acelerados hacia una Guerra Civil, como desgraciadamente sucedería en 1918.

Pero a comienzos de 1906 tanto el zar, como el resto del poder de los nobles y la sociedad burguesa que lo rodeaba, no supieron ver la trascendencia de los momentos por los que estaba pasando el pueblo. El Manifiesto de 30 de octubre de 1905 generó grandes expectativas y aunque el zar en dicho texto se comprometía a introducir unas libertades civiles básicas y proporcionar una participación más amplia a través de la Duma Estatal con amplios poderes legislativos y de control, su aferramiento al poder absoluto no se tradujo en realidades en el texto dado a la Constitución.

Nicolás II, casi sacrosanto para el pueblo, seguía dispuesto a mantener su poder autocrático. El 27 de abril de 1906 en el Palacio de Invierno, dio su discurso inaugural y la apertura a una presunta monarquía constitucional en una reunión conjunta de las dos cámaras, la de la Duma Imperial o Duma Estatal que compondría la asamblea legislativa (Cámara Baja) y la del Consejo de Estado del Imperio o Cámara Alta. Pero la Duma no dejaría de ser nunca más que un simple órgano consultivo.
En el texto de la Constitución se fijaba entre otras cosas, que los ministros serían nombrados sólo por el zar y que no tendrían que responder ante la DUMA, con lo que se anulaba de facto el poder de representación del pueblo existente en las democracias, y contrariamente  se determinaba que la Duma sí podía ser disuelta por el zar, quien podría convocar nuevas elecciones de sus miembros. En la práctica no se podía aprobar ninguna ley sin la aprobación de Nicolás II, y en este ámbito de rigidez y vigilancia se encontraba sobre todo la libertad de expresión, que estaba severamente regulada.

El período 1906 a 1917 regido por las cuatro DUMAS, se caracterizó por los enfrentamientos entre los diferentes grupos políticos a la búsqueda de un mayor poder. Las tensiones y enfrentamientos de la DUMA con los ministros del gobierno y la fuerte insurrección civil y armada en las calles, se tradujo en múltiples asesinatos y en una dura represión.
En estos convulsos momentos sociales incidió de manera especial el comienzo de la Primera Guerra Mundial [28-julio-1914 a 11-noviembre-1918], con sectores sociales que estaban disconformes con la entrada del país en la guerra, tiempos difíciles que una vez más puso a prueba la unidad del pueblo ruso.



La Primera Duma [1906] denominada como «la Duma del enfado general» y compuesta mayoritariamente por liberales y laboristas escindidos de los social-revolucionarios, tuvo poca duración por sus enfrentamientos y tensiones con los ministros de Nicolas II, siendo disuelta a las diez semanas de su constitución.

La Segunda Duma [1907] iniciada en febrero, tendría un final similar. Dominada  por los nobles terratenientes y los hombres de negocio, tras una modificación de la ley electoral del primer ministro del zar Piotr Stolypin, exigiendo a la Duma la expulsión de más de 55 diputados, acusando a los socialdemócratas de preparar una insurrección armada. Ante la negativa de la Duma a adoptar estas medidas, fue disuelta por el zar, lo que se denominó como el Golpe de junio de 1907.
La Ley Electoral cambiada otorgaba un mayor poder representativo en la Duma a terratenientes y propietarios, disminuyendo la participación de los trabajadores, campesinos y otras minorías.
En las dos primeras Dumas el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia [el POSDR Marxista] estuvo sólo representado muy minoritariamente por el partido Menchevique.

La Tercera Duma [1907~1912] nacida a la disolución de la Segunda y conocida por el sobrenombre de «la Duma de los nobles y los lacayos», estaría dominada por la alta burguesía, los terratenientes y los grades capitalistas, denominados como el «Partido Octubrista», partido político de centro que sería apoyado por la derecha. Generó un período de una cierta estabilidad que duró cinco años, no obstante el asesinato de Piotr Stolypin y las políticas cada vez más reaccionarias del zar, forzaría su disolución en 1912.
En esta tercera Duma despareció la representación Menchevique y aparecieron con la mínima representación de 19 diputados, los Bolcheviques marxistas del POSDR.

La Cuarta Duma [1912~1917] su desarrollo legislativo tuvo dos fases: la primera fase terminó en agosto de 1914, al considerar la propia Duma su propia disolución como consecuencia de la declaración de la Iª Guerra Mundial. La segunda fase se desarrolla cuando Nicolás II reconstituye de nuevo la Duma en agosto de 1915.
En ambas fases su influencia política fue prácticamente nula, aunque como veremos en su segunda fase la formación del «Bloque progresista» formado por más de la mitad de los representantes de la cámara, se convirtió en un foco de resistencia a las políticas del zar, influyendo en el posterior desarrollo de la Revolución de febrero de 1917.


1914: La Declaración de la Iª Guerra Mundial
El 1 de agosto Alemania declara la guerra a Rusia, viniendo este hecho a elevar el nivel de contestación e insurrección de la sociedad rusa. Rusia era una bomba social a punto de explotar y aunque esta situación no sucedió hasta primeros de 1917, debido a los diferentes frentes a los que se enfrentaba, terminó por explotar.
El panorama no podía ser más oscuro, con un ejército formado fundamentalmente por campesinos que no estaban preparados, que se encontraba mal armado y equipado y mandado por cuadros y mandos mediocres.

En esos años revolucionarios numerosas figuras políticas afloraron al panorama ruso. Entre ellas estuvo Alexander Kérenski radical liberal próximo a la izquierda y destacado dirigente de los Trudovikí o “trabajadores” que formaron el Partido Laborista de Rusia. Este partido socialista agrario de carácter moderado se formó a comienzos del siglo XX al escindirse del Partido de los Socialistas Revolucionarios en la Primera Duma, llegando a conseguir más de 100 escaños y llegando posteriormente el propio Kérenski, a ser Primer Ministro del Gobierno Provisional formado desde el 21 de julio al 8 de noviembre de 1917.
Kérenski fue un denodado defensor hasta su muerte en Nueva York en 1970, de los ideales “democráticos” en Rusia. Se negó junto a los diputados socialdemócratas a votar a favor de los créditos de guerra, llamando a la defensa del territorio ruso movido por su patriotismo. En la conferencia de Zimmerwald (Suiza) el 8 de septiembre de 1915, donde se reunió toda la izquierda socialista europea que se oponía a la Iª Guerra Mundial, la postura de Kérenski sería respaldada entre otros por el Partido Social-Revolucionario de Petrogrado. Asistieron a dicha conferencia 38 delegados de once países entre los que se encontraban 12 delegados rusos, y figuras tan representativas del socialismo como: Trotski, Pável Axelrod, Mark Natansón, Lenin, Kérenski, Victor Chernov y Christian Rakovsky.
Lenin en esta conferencia tendría una posición minoritaria, siendo rechazada su propuesta debido al carácter pacifista de la izquierda europea en esos momentos. La conferencia de Zimmerwald se convertiría en uno de los orígenes de la Revolución rusa y de la formación de la Tercera Internacional.

El 17 de agosto de 1914 son movilizados 8 millones de hombres malnutridos y mal avituallados, en la ofensiva contra los alemanes de Prusia oriental. Las dos batallas celebradas fueron un absoluto desastre para Rusia. En la batalla de Tannenberg que se produjo entre el 26 y el 30 de agosto, el Iº y IIº Ejército Ruso con más de 410.000 hombres se enfrentó al VIII Ejercito Alemán compuesto por 165.000 hombres, y los rusos tuvieron más de 170.000 bajas frente a los tan solo 12.000 muertos del ejército alemán.
Del 6 al 15 de septiembre ambos ejércitos se enfrentaron de nuevo en la batalla de los Lagos Maltusianos y la nueva derrota rusa les obligó a replegarse. El baño de sangre y las derrotas sufridas tendrían un fuerte impacto en el pueblo ruso y serían una de las causas principales de la Revolución de Febrero de 1917.
Los partes del ejército ruso que llegaron a sumar las cifras dramáticas de 1.700.000 muertos y 5.950.000 heridos, minaron la poca moral de las tropas rusas e hicieron estallar disturbios en las ciudades. La hambruna se propagó por toda Rusia, escaseando los productos básicos. La economía rusa se encontraba aislada del mercado europeo a pesar de que antes de la Iª Guerra Mundial hubiera contado con una tasa de crecimiento de las más altas de Europa.

La Duma advirtió a Nicolás II de la insostenible situación que se vivía en Rusia en todos los sectores sociales. Del delicado momento de estabilidad por la que estaba pasando el Imperio, aconsejándole la formación de un nuevo Gobierno y de nuevas aperturas. El zar lejano a la realidad evidente por la que pasaba el país, no tuvo en cuenta estas advertencias y contrario a la prudencia, rechazó el consultar a la Duma sobre la reforma ministerial, sobre la formación de un nuevo Ministerio de Confianza Nacional y sobre la formación de un nuevo Gobierno Provisional Ruso.


Los Soviets, órganos para el desarrollo de la Revolución
No me he referido al papel revolucionario desarrollado en las calles por el partido marxista Menchevique y Bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), que durante todos estos años, tuvo una representación en la Duma que nunca superó los 20 diputados de los más de 500 existentes. Pero su labor revolucionaria constante en las calles, en las fábricas y en otros sectores públicos, fue determinante para socavar el poder de las instituciones y el poder de Nicolás II.

Encontraron este inmenso PODER con la creación de los Soviets [de la palabra rusa Cobеt o Soviet:  consejo, asamblea o consejo obrero de trabajadores], nacidos ya con la Revolución de 1905, donde se constituyeron comités para dirigir los movimientos huelguísticos en el centro industrial de la Rusia europea de Ivánovo. Los Soviets eran comités “asamblearios” que adoptaban decisiones antisistema y revolucionarias aprobadas por mayoría, si tener en cuenta legislación vinculante alguna.
En un principio los Soviets se generaron como un órgano de los comités de huelga de los ferroviarios y más delante se constituyeron en todas las fábricas y talleres del país.

Lenin decía de estas organizaciones que eran el PODER, que eran la dictadura del proletariado y obraban como si fueran realmente PODER. Estos movimientos huelguísticos fueron rápidamente utilizados y transformados por los bolcheviques en movimientos revolucionarios que actuaban como directos representantes en la supuesta defensa del movimiento obrero. Bajo el lema «todo el poder para los Soviets», los Bolcheviques de Lenin ganaron popularidad entre los trabajadores y el lema les sirvió para conseguir el poder.
Los Soviets según su implantación, fueron:
·   - Agrupación de obreros y soldados durante la Revolución rusa.
·   - Órganos de gobierno local que ejercitarían la dictadura comunista sobre el pueblo ruso.

Más adelante hablaremos también de la Agitprop [agitación y propaganda]. Otro de los mecanismos mediáticos que el régimen comunista utilizó y utiliza como estrategia ante el pueblo para influenciar en la opinión pública. Se ha denominado por Agitprop al método de agitación y propaganda creado durante la década de 1920, que le fue imprescindible a Lenin para “vender” su revolución marxista. Como podrán observar “todo está ya inventado”.

Un ejemplo actual de la Agitprop últimamente la hemos podido ver en España en 2011 con el movimiento del 15M, estructurado también como los Soviets de manera "asamblearia", todo "igual" que Rusia. Movimiento de grupos de ciudadanos “supuestamente indignados”, pero que han están indiscutiblemente bien estructurados, organizados, dirigidos y respaldados por determinadas siglas políticas de izquierdas, y a la par,  personalmente “compensados” con determinados incentivos a corto y medio plazo, ya que NADIE [ni tan siquiera los ideologizados miembros de ETA], se ponen al margen de la ley sin unas determinadas compensaciones “presentes y futuras”. Nadie se pone fuera de la Ley gratuitamente.
El lector debe tener la seguridad de que estos movimientos nunca «son casuales, sino causales», siguen las viejas construmbres y practicas del marxismo, y aunque al ignoto ciudadano solo le llegue la imagen final de la protesta, debemos saber que siempre estamos siendo manipulados para determinados intereses, fines y medios.
Algún día hablaremos de la moderna Agitprop que siguen utilizando los partidos, los medios de difusión y las organizaciones fundamentalmente de izquierdas, con sus mensajes subliminales y la manipulación de la información.

Siguiendo con el tema donde lo habíamos dejado, en 1915, Alexander Kérenski  considerado en aquellos momentos como la figura revolucionaria más señera de Rusia, ante los reveses militares y la incapacidad bélica del ejército, planteó una fuerte oposición al Gobierno por su incompetencia para afrontar la Iª Guerra Mundial. Graves problemas de salud posteriores por una operación de riñón, tristemente lo mantuvieron alejado de la política hasta la primavera de 1916, no pudiendo formar parte del Bloque Progresista ni seguir ejerciendo su influencia en la Duma.

A comienzos de agosto de 1915, 236 diputados de seis partidos mayoritarios de los 422 que entonces formaban la Duma [Cámara Baja], dirigentes moderados del Partido Democrático Constitucional, del Partido Octubrista y de los Nacionalistas Progresistas, establecen una «alianza» para crear un Bloque Progresista y realizar un plan de reformas para el país.
Apoyan también esta iniciativa de la Duma los diputados del Consejo de Estado [Cámara Alta], y presentan el 26 de agosto de 1915 un programa que iba dirigido a crear una unidad en el país y hacer un frente común ante la guerra y los reveses militares sufridos en Polonia y en Galitzia. En ése programa se exigía a Nicolás II un nuevo Gobierno formado por figuras representativas del pueblo y una apertura legislativa que garantizase los derechos de la población, así como concesiones sociales y políticas que amparasen a las minorías.
El 3 de septiembre este Bloque y su programa, recibiría un duro golpe del que no pudo recuperarse al disolver Nicolás II la Duma, situación que se agudizó con la retirada de la «alianza» de los diputados Progresistas. La revolución imperante condujo de hecho al establecimiento de una monarquía constitucional muy limitada. El régimen ya no controlaba el país.



Merece una mención en estas líneas la figura del místico ruso y mago-curandero Grigori Yefimovich Rasputín. Su influencia fue decisiva y directa sobre la zarina Alejandra e indirecta sobre Nicolás II en algunos asuntos de estado y en una buena parte de la aristocracia rusa, que también se rindió a su carisma personal. Sus opiniones repercutieron en el último zar de la dinastía Romanov, por su acierto en octubre de 1907 al cortar una hemorragia en su único hijo varón el zarevich Alexis Nikolaevich, que padecía de hemofilia. Su manejo y acceso sobre la zarina fue total, puesto que la continuidad de la dinastía de los Romanov con la vida del zarevich estaba en sus manos.
El «monje loco», como se le denominaba popularmente llegó a ostentar un gran poder y grandes odios en la corte, que sirvieron tanto a revolucionarios como a los contrarios del régimen, como alimento para atacar la continuidad de los Romanov.
Finalmente la conjura de su asesinato tendría éxito, pergeñada por el príncipe Félix Yusupov junto a los grandes duques Dmitri Pávlovich y Nicolás Mijáilovich, ayudados por el diputado de derechas de la Duma Vladímir Purishkévich. Su asesinato, un tanto accidentado y rocambolesco, terminaría con el cuerpo de Raspuntín atado con cadenas y arrojado la río Neva, siendo encontrado su cadáver dos días después, el 18 de diciembre de 1916.

En 1916 Kérenski en un último esfuerzo por evitar la Guerra Civil, redoblaría sus ataques contra el Gobierno del zar y reclamó a la Duma que encabezara la lucha contra Nicolás II, plenamente consciente de la descomposición interna del país.
El duro invierno, la carencia de alimentos básicos, a la que se unió una gran inflación en los precios; la hambruna; el hastío a la guerra; las manifestaciones y las huelgas continuadas y en resumen, la descomposición social en la que se encontraba Rusia, condujo el 23 de febrero de 1917 “Día Internacional de la Mujer” y tradicional fecha de protestas socialistas, a la conocida como la Revolución de Febrero.

Comenzaría así un «levantamiento popular» y de lucha entre clases sociales que acabaría con la autarquía del zar Nicolás II y su derrocamiento. Después vendrían las Revoluciones de 1917, la Guerra Civil Rusa y… la implantación inicial de la dictadura comunista que se propagaría por el Mundo, y que a lo largo de setenta y cinco años mataría al menos a CIEN MILLONES de personas.
ESO DICE LA HISTORIA y hasta ahora nadie que haya sido internado en un GULAG o haya sido masacrado por el totalitarismo de los países comunistas, lo ha contradicho.












“Para nosotros, en Rusia, el comunismo es un perro muerto, mientras que, para muchas personas en Occidente, sigue siendo un león que vive

Aleksandr Solzhenitsyn [1918~2008]
Escritor e Historiador ruso. Premio Nobel de Literatura de 1970




Sigue,…[4ª]
 

domingo, 9 de agosto de 2015

085- 2017: Centenario del mayor GENICIDIO del Mundo. Viejos MARXISMOS & Nuevos COMUNISMOS [2ª parte:1904 y 1905]: De la guerra RUSO-JAPONESA a la Revolución de 1905


“Solamente aquél que contribuye al futuro, tiene derecho a juzgar el pasado”
Friedrich Nietzsche


DE LA RUSIA ZARISTA  Y LOS PROLEGÓMENOS REVOLUCIONARIOS
A finales del siglo XIX y comienzos del XX,
una pluralidad de factores políticos, económicos, agrícolas, industriales, culturales y sociales tuvieron lugar en la Rusia zarista, situación que se complicó al entrar  Rusia en agosto de 1914 en la Iª Guerra Mundial. Estos factores fueron el origen y la causa de los tiempos revolucionarios por los que pasó el país, y que fueron aprovechados por los marxistas bolcheviques para desencadenar la Revolución Rusa y la implantación del comunismo.
Paradójicamente Rusia se encontraba en 1904 ante un creciente desarrollo industrial que favoreció el crecimiento de las ciudades y una cierta efervescencia cultural crecida al amparo de la monarquía. Pero contrariamente a esta situación, la creciente clase obrera nacida de las nuevas industrias no participaba de este florecimiento. El sistema económico imperante muy dependiente de la nobleza y la alta burguesía, no permitía la justa redistribución de la riqueza y la participación en la prosperidad de la clase obrera, lo que fue el caldo de cultivo para el desarrollo de la ideología comunista.
El Imperio Ruso seguía siendo un país con más de un 80% de la población esencialmente rural y un gran atraso cultural que ES SIEMPRE la base de las revoluciones, y aunque hubía surgido al amparo del desarrollo industrial un nuevo proletariado campesino que fue refractario a las ideas revolucionarias, y se había enriquecido y generado una nueva clase media social, por lo que paradójicamente el número de campesinos «sin tierra» había aumentado. No perdamos de vista que el Marxismo había surgido como ideología en 1848, aunque sus ideólogos no tenían todavía entonces la aceptación ni la permeabilidad entre las clases sociales que ellos esperaban.

Haciéndose eco de la Revolución Industrial imperante en el mundo, ciertamente las reformas en la Rusia zarista generaron una apertura al capitalismo dentro de la sociedad, liberalizando en gran medida las estructuras económicas, sociales y culturales, aunque el sistema político permaneció prácticamente inalterado. Este auge capitalista generó importantes desequilibrios entre la clase obrera que propiciaron la formación de organizaciones revolucionarias marxistas que encabezaron una lucha social permanente contra el sistema.

Entre los primeros grupos marxistas aparece en 1883 el grupo la Emancipación del Trabajo creado entre otros por Guerorgui Plejánov, revolucionario ruso y propagandista marxista y considerado como fundador de la nueva Rusia. Entre los objetivos iniciales de Plejánov, no se encontraba el de impedir el desarrollo del capitalismo ni tampoco la de apoyar los actos revolucionarios que se oponían al zarismo, como venían defendiendo otros grupos como los Amigos del Pueblo o «populistas», sino en la de potenciar el desarrollo del capitalismo que supone «en sí misma» la propia clase obrera.
Las represiones del pueblo, la falta de un programa, la desunión, la carencia de debates constructivos que unificaran las diferentes ideologías, todo ello unido a los protagonismos de sus dirigentes evitan, que estos grupos revolucionarios se organizaran, se dotaran de una dirección y de una acción  planificada.



El Iº Congreso fundacional del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) nace en Minsk en 1898 [nota 4]. Su ideología es «marxista» y su base social: «el proletariado» formado fundamentalmente por los obreros industriales. Su evolución ideológica sería hacia la implantación del comunismo. Desde sus inicios se produce una importante división entre sus miembros y en sus fines programáticos.
A los mencheviques (minoría), marxistas ortodoxos a cuyo frente se encuentran Martov y Plejánov, consideran la revolución como el único instrumento necesario para avanzar hacia el socialismo. Se oponen en las asambleas con virulencia los bolcheviques (mayoría) dirigidos por Lenin, marxistas más radicalizados que establecerían que la «dictadura del proletariado» y el «comunismo» eran la única vía para la revolución.
Al Iº Congreso de Minsk le sucede el IIº Congreso del POSDR, celebrado en el exilio entre Bruselas y Londres en 1903, y lo celebran por separado mencheviques y bolcheviques [por las diferencias mantenidas desde su inicio en sus fines programáticos]. A este congreso se sucedieron otros posteriores celebrados entre 1903 y antes de1917.

[Nota 4]. Curiosamente se adopta el apellido  «socialdemócrata» en contradicción con el régimen totalitarista implantado, pero esta denominación sería corregida por Lenin en 1918 transformándolo en el Partido Comunista de Rusia. En 1925 tras la creación de la URSS, cambia de nuevo su nombre por el de Partido Comunista  de los bolcheviques de la Unión. En 1952 fue denominado como Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), siendo ilegalizado en 1991 y posteriormente refundado en 1993 como Partido Comunista de la Federación Rusa.

Lenin, Iskra y los inicios revolucionarios
Entre 1901 y 1904 los socialdemócratas (bolcheviques) del POSDR crecieron y se fortalecieron en Rusia, siendo una de las bases de este crecimiento la publicación del periódico Iskra (La Chispa) por Lenin, cuando éste regresa a Rusia en diciembre de 1900. Iskra pasó a ser un órgano clandestino de articulación de las ideas revolucionarias y de la política del POSDR.
En sus inicios fue publicado fuera de Rusia e impreso con posterioridad en imprentas clandestinas en ciudades rusas. El periódico tuvo un importante papel agrupando y unificando los diferentes círculos de base, generando una línea de actuación y estableciendo la «línea programática» de los bolcheviques, aunque desde su publicación, otros periódicos revolucionarios como la Rabócheie Dielo (La Causa Obrera), dirigida por Krichevski y Martínov, polemizaran contra Iskra desde los puntos de vista economicistas y programáticos. Hemos citado en la 1ª parte que ya predijo el filósofo anarquista Bakunin, que el único objetivo de Lenin y de los marxistas con la implantación del «comunismo», era la creación de «un poderoso estado centralizado». No se equivocaba.



El 8 de febrero 1904, se inicia la Guerra Ruso-Japonesa,
producto de las tensiones geoestratégicas exteriores que se venían sucediendo con Japón desde 1895, este conflicto se sumó a las tensiones sociales internas de la nación, formando un coctel explosivo.
El «statu quo» establecido en los Acuerdos de 1900 entre Rusia y Japón, se había incumplido con el mantenimiento de la ocupación rusa de Manchuria y la península de Liaodong en el Mar de Japón, desencadenando inevitablemente la guerra.
Rusia había incumplido dichos Acuerdos desde un primer momento, con el mantenimiento de su hegemonía sobre el puerto colonial de Port Arthur, el fortificado y mayor puerto naval ruso que daba salida a su flota al levante asiático y a cuyo dominio Rusia no estaba dispuesta a renunciar, al ubicarse en una península rodeada por el océano, con tres costas, y ser un enclave estratégico con salida al Mar de Japón. En la actualidad, desde el término de la IIª Guerra Mundial en 1945, pertenece a China y se denomina Dalian, formando parte de la provincia de Liaoning.

La guerra supuso un autentico desastre para Rusia. Frente a unos efectivos movilizados por los rusos de unos 2 millones de soldados, los japoneses que nunca llegó a los 900.000 efectivos, se enfrentaba con una flota y un ejército recién modernizado y más preparado que el ruso. Japón neutralizó a la flota rusa de Port Arthur desde su primer ataque, a la que hundió dos acorazados y bombardeó hasta su casi total destrucción, y aunque la flota intentó escapar del asedio, fue posteriormente interceptada y derrotada en la batalla del Mar Amarillo.
Las tropas rusas terrestres que fueron enviadas para liberar y repeler a los japoneses en agosto de 1904, fueron también derrotadas en la batalla de Liaoyang, retirándose los rusos a Shenyang. Posteriormente el ejército japonés les infringió una nueva derrota, esta vez en el río Sha-ho, al sur de Mukden, aunque el hecho más trascendente fue la pérdida en mayo de 1905, prácticamente de casi toda la flota rusa del Báltico [Nota 5] en la batalla del Estrecho de Tsushima en el Mar de Japón.

[Nota 5]. PÉRDIDAS SUFRIDAS entre las armadas que se enfrentaron:
RUSIA, con 11 Acorazados, 8 Cruceros, 9 Destructores + Barcos auxiliares :
- Tuvo: 4.380 muertos y 5.917 heridos y 21 barcos hundidos, 7 capturados y 6 inutilizados.
JAPÓN, con 4 Acorazados, 27 Cruceros, 21 Destructores y 37 Torpederos + Barcos auxiliares :
- Tuvo: 117 muertos y 583 heridos y tan solo 3 torpederos hundidos. Fuente: Wikipedia

Para las naciones de occidente, la guerra supuso una sorprendente victoria del Japón que a raíz de ello se convirtió en una potencia mundial a tener en cuenta, y que obligó necesariamente a Rusia a «negociar la paz». Sería el presidente norteamericano Theodore Roosvelt quien forzaría dicho acuerdo el 5 de septiembre de 1905 en la Conferencia de Paz de Portsmouth [EE.UU.].

Para Rusia, inmersa también en la Revolución interna desde 1905, las estipulaciones de Portsmouth como país derrotado, fueron casi vejatorias. Se obligaba a Rusia a reconocer la preeminencia de los intereses de Japón en Corea, a la cesión en arrendamiento de la península de Liaodong y de la base de Port Arthur, del ferrocarril de Manchuria, así como a la cesión de la mitad de la isla de Sajalín, aunque ambos países se comprometieran en el documento a restituir Manchuria a China. Manchuria y Taiwán volverían a la soberanía china muchos años después como consecuencia de la IIª Guerra Mundial, tras la salida final de Japón del territorio chino.




«Domingo Sangriento» y la Revolución de 1905
Inmersa todavía Rusia en plena guerra Ruso-Japonesa, el domingo 22 de enero de 1905 se produce el «Domingo Sangriento». Los sucesos ocurridos ante el Palacio de Invierno de San Petersburgo [actual Museo del Hermitage], fueron sin duda el germen de la caída de la autocracia del zar Nicolás II en 1917, y coadyuvaron a la implantación del comunismo en Rusia.
La manifestación convocada ante el Palacio de Invierno, concebida inicialmente como una protesta pacífica, estuvo formada por más de 300.000 personas, principalmente de familias trabajadoras de obreros y campesinos, y encabezada incluso por sacerdotes de la iglesia ortodoxa que portaban iconos religiosos e incluso imágenes del zar, quien conocedor de la convocatoria se marchó antes de S. Petersburgo.

La manifestación pacífica cambio su significado cuando tras las ordenes de su tío el gran duque Vladímir Aleksándrovich ordenó abrir fuego contra la multitud, siendo violentamente aplastada con las armas por los soldados pertenecientes a las tropas cosacas de la Guardia Imperial que realizaron una autentica matanza. Se citan cifras oficiales de más de 200 muertos y más de 1000 heridos, entre ellos mujeres y niños, aunque dichas cifras fueron sin duda mucho más elevadas, a tenor de las noticias vertidas entonces por la prensa mundial que hablaba de miles de muertos.

La represión sangrienta y gratuita de tales hechos, provocó una ola de protestas y de agitación política generalizada a lo largo de todo el Imperio ruso, y fue el germen del inicio de la Revolución, con masivas huelgas obreras en numerosas ciudades, actos terroristas, la sublevación de un campesinado inmerso durante años en la miseria e incluso con motines en las fuerzas armadas como la famosa insurrección del acorazado Potemkin, en donde se produjeron más de 2000 muertos entre sus marineros. Pero en esos momentos todavía los grupos revolucionarios y los motines estaban desorganizados y fueron brutalmente aplacados por los militares.
A partir del «Domingo Sangriento», las huelgas obreras se multiplicaron en San Petersburgo, y cientos de miles de trabajadores se lanzarían a la calle como reflejo de la situación caótica que se vivía en otros puntos del país.
Estos hechos sucedían al mismo tiempo que tuvo lugar también la vergonzosa derrota sufrida por Rusia en la guerra ruso-japonesa, que generaría además, una profunda insatisfacción frente a un gobierno al que consideraban corrupto e ineficiente. Se  seguía alimentando el «caldo de cultivo» creado para que triunfara la Revolución, momento que sería aprovechado en 1917 por los voceros bolcheviques organizados con Lenin al frente.

Todos los avances «cruentos y sangrientos» conseguidos por el pueblo ruso en esos días con su propia sangre, se traducirían, como veremos, en la implantación en 1917 del totalitarismo del régimen de los bolcheviques del POSDR, que los oprimiría y asesinaría a millones durante las decenas de años posteriores [hasta 1989]. Por eso no debemos creer a esos «salvadores mesiánicos» que surgen oportunísticamente.
Una vez más la Historia demuestra que es el propio pueblo el que paga siempre los errores cometidos.

 NICOLÁS II. Poder autocrático y semidiós religioso

En los siguientes meses la insurrección civil dominaría en Rusia. Cada sector social reivindicaba sus propios intereses: los arrendatarios pedían menores tasas; los asalariados, mayores sueldos; los campesinos latifundistas propietarios de tierras, denunciaban la ocupación de las mismas, los incendios y los robos, en suma el ODIO inundó todas las clases sociales.
El punto álgido llegó con la llamada Gran Huelga de Octubre de 1905, organizada por los mencheviques liderados por León Trotsky. La huelga de más de 200 fábricas se propagaría como un incendio a Moscú y a otras capitales, paralizándose además todos los ferrocarriles de Rusia.


El 14 de octubre se le entregaría al zar un manifiesto en donde se le arrebataba el derecho democrático con «la exigencia» del voto, la legalización de los partidos políticos y otras reivindicaciones democráticas, en detrimento del omnímodo poder del que éste estaba investido.

Obligado por la Revolución de 1905, el 30 de octubre el zar promulga «El Manifiesto para la mejora del orden del Estado»

 El zar pretende con este Manifiesto reducir los desordenes sociales, el malestar existente, apaciguar a los manifestantes, y realizar una «presunta» democratización de sus poderes con la concesión y el otorgamiento de libertades a los derechos de asociación, reunión, expresión, participación e inmunidad política, así como el establecimiento del derecho de sufragio universal masculino. Teóricamente con este Manifiesto prometía realizar, una transición hacia una verdadera democracia representativa, aunque como después se pudo comprobar con el texto legislativo establecido en la Constitución Rusa [promulgada a finales de abril de 1906], el zar realmente ni estaba dispuesto a su implantación, ni a la cesión de sus poderes autocráticos, como después se podría comprobar en la redacción dada la Constitución Rusa a finales de abril de 1906. 



Una simple frase de Trotsky, determina lo valiosa que fue la Revolución de 1905 para los revolucionarios y el punto de NO RETORNO que supuso para la monarquía:

«Por el propósito directo e inmediato que a sí misma se impone, la Revolución Rusa es propiamente “burguesa”, pues tiene por objeto emancipar a la sociedad burguesa de los grilletes y las cadenas del absolutismo y la propiedad feudal. Ahora bien, la principal fuerza motriz de esta revolución se halla constituida por el proletariado, y por esta razón, por su método, es  la revolución es proletaria»


 León Trotsky hijo de una pareja de judíos terratenientes agrarios de clase media, fue un político “populista” y señero revolucionario de la época, que participó como miembro del POSDR desde su Iº Congreso de 1898 en Minsk.  Conoció a Lenin en Londres y a Yuli Mártov y Gueorgui Plejánov, miembros editores del periódico ISKRA, con el que colaboró activamente. En el POSDR se alineó con el grupo de los Mencheviques, y aunque tuvo fuertes disputas ideológicas con Lenin, fue uno de los organizadores clave de la Revolución de Octubre de 1917 que dio el poder a los Bolcheviques.

Formó parte de los negociadores de la retirada de Rusia de la Iª Guerra Mundial en la Paz de Brest-Litovsk, siendo también el creador del Ejército Rojo que consolidaría los esfuerzos revolucionarios venciendo a los contrarrevolucionarios del Ejército Blanco durante la Guerra Civil Rusa.

Tuvo duros enfrentamientos ideológicos con Lenin, del que decía que «era el jefe del ala reaccionaria del POSDR» y al que calificó duramente en un artículo de 1904, afirmando que un partido en el poder como el que defendía Lenin, conduciría al terror, ya que:
«La Organización del partido sustituye al partido en su conjunto,
luego el Comité Central sustituye a la Organización
y finalmente el Dictador sustituye al Comité Central».
Como podemos observar por la Historia, Trotsky adivinó ya en 1904, el futuro en el que se convertirían las dictaduras comunistas en el mundo.

No obstante sus enfrentamientos con Lenin, sus méritos lo elevaron a ser el Primer Presidente del Soviet Militar Revolucionario [1918~1925]. Lideró durante toda su vida política una oposición de izquierda democrática. Posteriormente se enfrentaría política e ideológicamente con Iósif Stalin, quien dio la orden de asesinarlo. Estos enfrentamientos lo llevarían al exilio y a su posterior asesinato por el español Ramón Mercader, en agosto de 1940 (México), quien acercándose por la espalda le clavó un piolet en la cabeza.
Es el ideólogo-inspirador de la corriente trótskista del Comunismo.

Sigue,…[3ª]