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martes, 23 de octubre de 2012

067- DECLARADO EL ESTADO DE GUERRA EN CATALUÑA (2ª): 6 de Octubre de 1934

"Esta España produce los durísimos soldados, ésta los expertísimos capitanes, ésta los fecundísimos oradores, ésta los clarísimos vates, ésta es madre de jueces y príncipes, ésta dió para el Imperio a Trajano, a Adriano, a Teodosio"

Pacato Drepanio (390 e.C.). Panegirista galo romano, autor del 2º Panegyrici Latini en honor del emperador Theodosio I el Grande.

MANIFESTACIÓN CONTRA-INDEPENDENTISTA DEL 12 DE OCTUBRE 2012 EN BARCELONA

Sábado 6 de octubre: Declaración del Estado de Guerra a la Generalitat catalana

MADRID alboreaba con las primeras luces que anunciaban al día 6. Amanecer gris plomizo, mientras el cielo se va dibujando lentamente con un alo de luz, coronando poco a poco los tejados de los edificios. El sábado 6 venía cargado de infaustos presagios. Atrás quedaban los graves sucesos de las huelgas del día anterior en muchos puntos de España.

 

Las radios difunden información tranquilizadora...

- «La huelga está vencida...», «Nadie debe acobardarse...».

 

Y se dan consejos a los ciudadanos a través de los medios de hacer una vida normal y de acudir a los espectáculos. No obstante, el aspecto que ofrecen las calles no invita a los ciudadanos al optimismo. Los tranvías circulan escoltados por fuertes retenes militares y conducidos por los soldados de Ingenieros movilizados. Desde primera hora se conoce de numerosos incidentes sangrientos por la ciudad. En la calle Atocha muere un soldado de un balazo en el cráneo, y en la calle Bravo Murillo se asesina a un cabo de la Fuerza de Asalto, Manuel Ureta.

 

Sin embargo las reacciones de los partidos políticos responsables, no se hacen esperar. El partido Falange Española que celebra en Madrid precisamente desde el 5 al 7 de octubre la reunión de su Consejo Nacional, sale al paso de los acontecimientos y emite a la opinión pública un comunicado de naturaleza firme. que entre otros párrafos, establece:

-   «El Consejo Nacional de Falange Española y de las J.O.N.S., en estas lamentables circunstancias por las que España atraviesa, considera su deber adoptar las siguientes resoluciones:

-   Frente al intento subversivo de las organizaciones separatistas y marxistas, declarar que está dispuesta a emplear su fuerza donde sea preciso en defensa del Estado español....

-   No se trata de un alarde verbal. Falange Española y de las J.O.N.S. mantiene en comunicación constante a todos sus órganos para acudir al primer aviso, tan pronto como el Gobierno estime que no debe rehusar la cooperación ofrecida y acceda a confiar al mando de la Falange, los adecuados instrumentos de combate...

-   Los Sindicatos de Falange Española y de las J.O.N.S. tienen el personal suficiente para cubrir todos los servicios, obras y trabajos paralizados, y acabar así en pocas horas la Huelga General, por tener además este personal la decisión y disciplina suficiente para resistir a toda coacción y violencia....»

 

El manifiesto es una ventana a la esperanza de la cordura y una espada contra el camino de la horda, y por ello «sirve a los principios y a la estabilidad de España» y a la reconducción de la situación general.



BARCELONA al alborear. También despertó Barcelona el día 6 de octubre bajo un profundo silencio, sin ruidos, sin nadie en las calles. Los bares y los establecimientos también permanecían cerrados a pesar de ser sábado.

Más tarde, por las calles próximas a la Plaza de Cataluña, se repartía a los pocos viandantes una proclama impresa «nadie sabe de quién», bajo el título de «La República Catalana»,  que textualmente hacía una soflama incendiaria en los siguientes términos:

-   «Pueblo catalán: en estos momentos propicios, en estos instantes de exaltación, una vacilación constituiría un acto de cobardía que, cualquiera que fuese el autor, Cataluña no perdonaría nunca.
-   El pueblo está a punto. Las formaciones están movilizadas para lanzarse a la lucha tan pronto como suene la orden de acción.
-   ¡Fuego al que pretenda cerrar el paso!.
-   ¡Nacionalistas!; si ahora no proclamamos la independencia de Cataluña, es porque no queremos.
-   Que escuchen nuestras autoridades este llamamiento que sale del fondo del alma: obreros, intelectuales, idealistas en los que palpita un anhelo de libertad. ¡A las armas por la República Catalana

 

BARCELONA. Eran las nueve de la mañana cuando Lluís Companys se dirige a la Consejería de Gobernación para hablar personalmente con el consejero José Dencás Puigdollers. En su mano porta dos borradores del manifiesto pergeñado, de los que quiere que Dencás le dé su opinión personal como consejero de Gobernación. El redactado por Juan Lluhí Vallescá rezumaba un ferviente republicanismo, en cambio el del propio Companys, hábilmente ligaba los conceptos de República y los del Nacionalismo catalán, proclamando un Estado Catalán de naturaleza federal e integrado en una presunta República Federal Española, inexistente en esos momentos.

 

A Dencás, de los dos, le pareció más oportuno el manifiesto del Presidente, si bien su contexto no se ajustaba a su forma de pensar y así se lo hizo saber. Dencás creía, que era el momento de formalizar una declaración de Independencia para Cataluña, palabras que supusieron para Companys el que se ampliase la duda que a él también le embargaba. ¿Era el momento que dar el paso adelante?. Sin lugar a dudas era el momento político por la gran debilidad del Gobierno de España, que en esos momentos se encontraba contra las cuerdas.

El Gobierno de Lerroux con la huelga del día anterior y la confrontación política de toda la izquierda, se tambaleaba. Hacerlo, indiscutiblemente era plantear un jaque al Gobierno de la Nación, y eso hasta cierto punto coincidía con lo que siempre habían buscado los nacionalistas.


Dencás le pidió permiso para ordenar a Miguel Badía Capell, general en cap de las Fuerzas de Orden Público catalanas, el inmediato reparto de armas a los escamots y el llamamiento para que acudieran a Barcelona a los rabassaires (aparceros) de los pueblos limítrofes.

Desde los cuatro depósitos de armas existentes en la ciudad, el de la Consejería de Justicia, el de Gobernación, el de Las Corts y el de la avenida de San Andrés, se repartieron cuatro mil armas entre pistolas y fusiles que fueron distribuidas en camiones, comenzando a circular  a partir de ése momento grupos armados por las calles. Ordenó al comandante Enrique Pérez Farrás que concentrara 400 Mozos de Escuadra en el Palacio de la Generalidad, siendo el resto de mandos y fuerzas armadas movilizadas las siguientes: bajo el mando de Miguel Badía se dispusieron 3400 hombres armados; bajo el mando del comisario general Coll y Llach, 3200 guardias de Asalto, enviándose al mismo tiempo órdenes de movilización en el mismo sentido a toda Cataluña. A las cinco de la tarde se encontraba todo organizado.

Sería por la tarde, entre las cinco y las seis, cuando fueron llegando a la Generalidad comisiones y representaciones, algunas de las cuales pasaban con los propios diputados al antedespacho de la sala de reuniones donde se estaba celebrando el Consejo de la Presidencia en ésos momentos.

COMPANYS y DENCÁS el 6 octubre 1934 & ZAPATERO y MONTILLA en una semblanza de apoyo Independentista

MADRID, diez y media de la mañana. Los ministros vuelven a reunirse en Consejo, presidido en esta ocasión por el Presidente de la República Alcalá-Zamora. El señor Alcalá-Zamora ante los momentos por los que pasa España, les aconseja:

-          «que estén a la altura de las circunstancias y no sientan claudicaciones en la defensa del orden y la ley».

En esta reunión, a la que no asiste el ministro de la Guerra, Diego Hidalgo Durán, por encontrarse en su ministerio verificando la situación general de las fuerzas armadas y fundamentalmente, cotejando los mandos que le podrían ser fieles al Gobierno.

¿Cuál era en realidad la eficiencia y la fidelidad del Ejercito?. Sí se conocía ya a estas horas, que la revolución planteada por los partidos de izquierdas y marxistas en toda España, tenían tal fuerza, que ésta sólo era susceptible de ser combatida con el Ejército.

 

El Ministro de la Guerra por su parte, estaba descubriendo a cuarenta y ocho horas de su nombramiento, toda la verdad sobre la situación del Ejército. Descubre un Ejército que le desasosiega profundamente, con escalafones de mandos anquilosados y usufructuados por marxistas y masones; con cuarteles medio vacíos; sin mandos en regimientos; sin municiones en las baterías; sin material en los parques de Ingenieros, sin instrumental ni elementos sanitarios en los hospitales,... un Ejército desorganizado, del que se puede esperar cualquier reacción. Su primer problema y responsabilidad como Ministro era:

-         «depositar la confianza del mando y la toma de decisiones del Gobierno, en la persona más adecuada, por el bien de España».

 

Como Jefe del Estado Mayor contaba con el general Masquelet, un buen militar a decir de otros, pero del que era sabido que siempre había sido un «azañista acérrimo y masón». Por otro lado la mayoría de los generales que se encontraban al frente de las Divisiones y en las capitanías de las Regiones Militares, tampoco le ofrecían ninguna confianza al Ministro Hidalgo.

 

Desde un primer momento piensa  en el Comandante General de Baleares, Francisco Franco, con una trayectoria, genio y mérito militar incuestionable, aunque algunas voces le habían trasmitido su desconfianza por el conocido republicanismo del general Franco. Al preguntar por él, se le había comunicado que se encontraba de permiso en Madrid, con intención de viajar a Oviedo, y esperando que no hubiera iniciado ya el viaje,... ordena se le busque con la mayor urgencia.


Más tarde, habiendo trasmitido todas sus inquietudes al Presidente Lerroux, con el que compartía la Cartera del Ministerio de la Guerra, éste le propone al Inspector General del Ejercito López Ochoa. Pero Hidalgo no tiene confianza en él aunque se vea obligado a admitirlo por el Presidente.
López Ochoa fue un hombre incondicional que conspiró activamente en unión de Maciá, contra la Dictadura y la Monarquía. Además fue de los primeros que con Maciá, habían proclamado la República de Cataluña. Aunque se vé obligado a admitir a López Ochoa, por su lado sigue insistiendo y así lo determina, que el general Franco permanezca en el Ministerio como su Asesor Técnico.



BARCELONA. A las seis y media de la tarde, los Consejeros reunidos en la Generalitat abandonan el Consejo celebrado y conforme a lo establecido, se dirigen a la mayor celeridad a sus Departamentos correspondientes. Entre otros acuerdos y medidas adoptadas, se había decidido por unanimidad proclamar la constitución del ESTADO CATALÁN. Companys en virtud a lo acordado, nada más salir de la reunión del Consejo, ordena a los Mozos de Escuadra adoptar las medidas de control y seguridad de las dependencias de la Generalitat, hasta que se instituyese la capitalidad del nuevo Estado.



Minutos más tarde, el Presidente Companys mantiene una reunión en la «Casa dels Canonges» con el general jefe de la 4ª Región Militar Domingo Batet Mestres. Fue una entrevista breve en la que Companys apenas manifestó nada. Por supuesto no dijo nada de las intenciones aprobadas en Consejo, pero el general Batet ante los rumores que corrían, si le manifestó claramente al Presidente que las órdenes que había recibido del Gobierno de España, le obligarían a proceder con toda la energía del fuero militar, en el caso de un posible «alzamiento de Cataluña». Le comunicó también el haber ordenado el desarme inmediato de una determinada unidad militar y que fueran trasladadas urgentemente al castillo de Montjuich, unas piezas de artillería pesada.

Sobre ésa hora, el boca a boca había una vez más funcionado y ante las perspectivas independentistas que habían trascendido a la ciudadanía por el acuerdo establecido por la Generalitat, comenzaron a afluir a la Plaza de Cataluña algunos grupos de escamots y de afiliados llamados de los partidos nacionalistas, así como otros grupos de ciudadanos alentados por la curiosidad. De manera más o menos improvisada, más menos que más, se organizó una manifestación precedida por dos pancartas en las que se leía:
-          «Alianza Obrera», «Exigimos la Independencia catalana». La muchedumbre, entonó Els Segadors, La Marsellesa, El Virolai, Santa Espina y el Cant de la Senyera, penetrando posteriormente en la Plaza de la República.


Manuel Azaña, que de forma casual se encontraba en Cataluña (y que también detenido por Batet), para asistir al entierro del exministro Jaime Carner Romeu, intenta hacer ver al Consejero de justicia Juan Lluhí, la gravísima decisión que iban a tomar al proclamar la República Catalana. Lo intentó convencer y disuadir por todos los medios, cosa que no pudo conseguir. Posteriormente Azaña, mantuvo una conversación con Largo Caballero, manifestándose contrario al decidido proyecto revolucionario del propio Largo Caballero, por considerarlo sumamente peligroso para la República.



Ante estos temores, largo Caballero le espetó:
-         «Pues tiene que ser, y déjeme que le diga, don Manuel, que ya comprometo bastante mi prestigio con sólo seguir hablando con usted.».
Con su conocido sarcasmo Azaña le contestó:
-          «Bueno, don Francisco. Usted va a necesitar de aquí en adelante todo el prestigio que tiene, y yo no quiero comprometerlo más.».

Lo dicho por Azaña fue premonitorio,  ya que en la madrugada del 14 de octubre, Largo Caballero fue detenido en su casa por los agentes, a los que recibe en paños menores e intenta resistirse bajo la escusa de que él era un Diputado y que tenía inmunidad.
A las cinco y media de la mañana ingresó en la Cárcel Modelo.

El propio Lerroux en su obra «La pequeña Historia», cuando se refiere a este momento de Manuel Azaña dejó escrito:
-         «Si él hubiese supuesto que Companys iba a dejarse arrastrar a vías de hecho, hubiese estado en cualquier parte menos en Cataluña.»...
Y respecto a lo hablado con el Consejero:
-         «Si ustedes o el Gobierno catalán se lanzan al movimiento de la violencia, les harán polvo en dos horas»
Estas fueron las palabras habladas con el Consejero de Justicia y Derecho de la Generalidad, Joan Lluhí i Vallescà, que se encontraba sugestionado con los resultados de la proclamación de la “República Catalana” del 14 de abril de 1931.

ALEJANDRO LERROUX
Presidente del Gobierno (4.Octubre.1934 al 3.Abril.1935) - II REPÚBLICA
MADRID, siete de la tarde. El Presidente Lerroux de conformidad con lo tratado en el Consejo de Ministros de ésa mañana, llega al domicilio del señor Alcalá-Zamora. En su mano, el Decreto de Declaración del Estado de Guerra en toda España. El Presidente de la República le pidió informes sobre la situación general, y posteriormente a ello se inclino sobre el papel del Decreto y manifestó...

-     «¡Bueno, don Alejandro, si usted lo cree necesario, ahí vá,...

- y mientras firmaba exhalando un suspiro, añadió-

-     «En usted pongo toda mi confianza. Su contrariedad no es mayor que la mía. Supongo que su resolución de cumplir el deber, es la misma».


MADRID, siete y media de la tarde. Desde la casa del señor Alcalá-Zamora, el Jefe del Gobierno Lerroux con el Decreto firmado bajo el brazo, se traslada andando hasta el Ministerio de la Gobernación. Al atravesar la Puerta del Sol pudo observar a la muchedumbre apiñada que la ocupaba, en un estado de tensión febril. En Gobernación se encuentra con la mayor parte de sus ministros, que no abandonarían el edificio en las próximas horas. Sus rostros reflejaban la preocupación y la incertidumbre de los momentos que se estaban viviendo.

Por la tarde se habían tenido noticias, de los graves rumores que discurrían por Cataluña. Aunque Companys y Dencás, al mismo tiempo y por separado, prometen al Jefe del Gobierno y al Ministro de la Gobernación que mantendrán celosamente el orden, «Radio Barcelona» emitía noticias tendenciosas favorables a los insurrectos. Se tenía también conocimiento en Madrid de los términos de la entrevista que había mantenido Batet con Companys, a las seis y media de la tarde.


BARCELONA. A las siete y media de la tarde, llega a la Generalitat el consejero Dencás acompañado de los directivos de las Agrupaciones denominadas «Estat Català». Por entonces la Plaza de Cataluña y las calles adyacentes ya se encontraban apiñadas. Se gritaba contra España, cada vez con un mayor frenesí se oían voces independentistas, que se convirtieron en un grito ensordecedor rodeado de entusiastas aplausos y vivas a Cataluña, cuando apareció en el balcón del salón San Jorge de la Generalitat el Presidente Companys.


Ante un público excitadísimo, en buena parte esgrimiendo armas y que no cesó en sus aclamaciones, podría ser las ocho de la tarde cuando comenzó su discurso.
Companys después de levantar sus brazos en numerosas ocasiones para imponer silencio, una vez las voces se acallaron, el Presidente comenzó a leer su discurso:

Luis Companys
- «Catalanes: Las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a esta parte pretenden traicionar la República, han logrado su objetivo y han asaltado el Poder. Los partidos y los hombres que han hecho públicas manifestaciones contra las menguadas libertades de nuestra tierra, los núcleos políticos que predican constantemente el odio y la guerra a Cataluña, constituyen hoy el soporte de las actuales instituciones.
- Los hechos que se han producido dan a todos los ciudadanos la clara sensación de que la República, en sus fundamentos y postulados democráticos, se encuentra en gravísimo peligro.
- Todas las fuerzas auténticamente republicanas de España y los sectores sociales más avanzados, sin distinción ni excepción, se han alzado en armas contra la audaz tentativa fascista.
- La Cataluña liberal, democrática, republicana, no puede estar ausente de la protesta que triunfa por todo el país, ni puede silenciar su voz de solidaridad con sus hermanos que en tierra hispana luchan hasta morir por la libertad y el derecho. Cataluña enarbola su bandera, llama a todos al cumplimiento del deber y a la obediencia debida al Gobierno de la Generalidad, que desde este momento rompe toda relación con las instituciones falseadas.
- En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en Cataluña, proclama el ESTADO CATALÁN en la República Federal Española, y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña el Gobierno provisional de la República, que hallará en nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República Federal libre y magnífica.

- El Gobierno de Cataluña estará en todo momento en contacto con el pueblo. Aspiramos a establecer en Cataluña el reducto indestructible de las esencias de la República. Invito a todos los catalanes a la obediencia al Gobierno y a que nadie desacate sus órdenes, con el entusiasmo y la disciplina del pueblo.

- Nos sentimos fuertes e invencibles. Mantendremos a raya a quien sea, pero es preciso que cada uno se contenga sujetándose a la disciplina y a la consigna de los dirigentes. El Gobierno, desde este momento, obrará con energía inexorable para que nadie trate de perturbar ni pueda comprometer los patrióticos objetivos de su actitud.
- ¡¡CATALANES!!: La hora es grave y gloriosa. El espíritu del presidente Macià, restaurador de la Generalidad, nos acompaña.
-   ¡¡Cada uno a su lugar y Cataluña y la República, en el corazón de todos!!.
«¡¡VIVA LA REPÚBLICA!!, ¡¡VIVA LA LIBERTAD!!»

El Bando de la Generalidad de Cataluña se encontraba firmado por:
·          - Lluís Companys, Presidente de la GeneralidadJoan Casanovas, Presidente del Parlamento
·          - Los Consejeros: Joan Lluí i Vallesca, Josep Dencás i Puigdollers, Martí Esteve i Guau,
        Ventura Gassol i Rovira, Joan Comorera i Soler, Martí Barrera i Maresma, Pere Mestres i
         Albert.
Barcelona, 6 de octubre de 1934


Companys en su alocución desde el balcón de la Generalidad, Dencás y otros consejeros de su gobierno


MADRID, ocho y diez de la tarde. El subsecretario señor Benzo establece comunicación por teletipo con Barcelona, aprestándose a trasladar en presencia de la mayor parte de los ministros, lo dictado directamente por el propio Presidente del Gobierno Alejandro Lerroux.

El diálogo mantenido con el Delegado del Gobierno en Barcelona señor Carreras Pons se desarrolla en los siguientes términos documentados:

-          «Aquí Madrid, y al aparato el Subsecretario»

§          (Ahora mismo se avisa al señor Carreras...)

         «El señor Carreras al aparato»

-          «Es preciso que avise inmediatamente por un recado personal al general Batet, y que venga al aparato para hablar con el señor Presidente del Consejo de ministros»

-          «Ahora mismo voy»

-          «En cuanto llegue que nos avise, esperamos»                           

         «Muy bien así lo haré»...

§          (Transcurre un corto plazo de tiempo)

-                     «Oiga, Madrid: aquí Carreras. El general Batet está al aparato»

-                     «Al habla el señor Presidente del Consejo de Ministros»

-                    «Aquí presente el general de la 4ª División, que, honrado se pone a sus  órdenes en absoluto»

-          «El Gobierno de la República ha tomado el acuerdo de declarar el Estado de Guerra en todo el país y con todas sus consecuencias pero la noticia y la ejecución se reserva o se aplaza hasta hablar con V.E.,  según se tenía convenido, y le ruego me diga el tiempo que necesita disponer para realizar en Cataluña la consiguiente Declaración del Estado de Guerra

-         «Si quieren, y el Gobierno lo estima preciso y urgente,... ahora mismo. Si no es tan urgente, dentro de tres horas, es decir, a las once y cuarto de la noche» 

-                    «El Gobierno tiene noticias suficientes de las actitudes y acuerdos de la Generalitat en varios aspectos que inspiran el mayor recelo, y otras noticias de cuya exactitud no puede enteramente responder, según las cuáles, en este mismo momento el señor Azaña, alojado y aislado, según dice, en el Hotel Colón, está con otros compañeros, y de acuerdo con el señor Companys y su Gobierno, redactando un manifiesto que se supone tendrá carácter sedicioso».

            La Delegación que ha ido de aquí, al comenzar a actuar de acuerdo con el señor   Carreras, he encontrado sospechosas facilidades, siendo la más sospechosa la de haber pedido un plazo para actuar, a fín de proteger las vías férreas y restablecer su circulación, hasta las doce de la noche.

            Con esta información el Gobierno, que confía en la lealtad de V.E., en su prudencia y energía, le concede el margen necesario para que proceda como estime más conveniente al interés de la Patria, de la República y de Cataluña, salvaguardando la Patria, el Orden Público y el honor del Ejército»

-          «La noticias del plazo y cuántas ha expuesto V.E. las conocía, y sospechosa se me ha hecho a mi la primera, habiéndolo expuesto el señor Carreras. Para proclamar el Estado de Guerra, en cuanto el Gobierno quiera puedo hacerlo.

           - (Batet, se encuentra recibiendo información en esos mismos instantes de lo que hacía Companys, y por eso comunica...

 -           En estos mismos momentos está hablando al pueblo desde la Generalitat el señor Companys,...  Veremos qué actitud se manifiesta, y desde luego, sea cual sea, se declara el Estado de Guerra. 

            - (Batet es informado de lo que ha dicho Companys desde el balcón de la Generalitat, y comunica a Madrid...).


 -             En estos momentos rompe el señor Companys toda relación con el Gobierno Central y

proclama, desde el balcón de la Generalitat, el Estado Catalán. Voy, pues, a mi despacho para proclamar inmediatamente el Estado de Guerra»

-                                  «Conforme, energía y suerte»

-                                                                    «Mande Decreto proclamándole a las ocho y media»

-                                  «Se le mandará en esta misma forma y se confirmará por

                                    correo, pero proceda como si ya estuviera declarado»      

-   (El general Batet se ausenta de la sala)

«En este momento –comenta el señor Carreras-, el general Batet se ha retirado ya para su despacho. Desde luego cumplirá sus órdenes»

«Diga usted amigo Carreras al general Batet, que no necesita la autoridad del Gobierno para proceder, y que le basta esta autorización»

«Muy bien, así se le dirá, aquí quedo siempre a sus órdenes hasta cuando sea preciso»

«Ya nos tendrá al corriente de lo que haya»

«Adiós, estén tranquilos, que constantemente iremos comunicando cuantas noticias podamos recoger. A sus órdenes»

Después de éste teletipo, sobre las ocho y media de la tarde,...

(sigue, finaliza en la )

 

BIBLIOGRAFIA :

-          Joaquín Arrarás Iribarren. Hª de la Cruzada Española. Datafilms, S.A.

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“El español que no ha estado en América, no sabe qué es España.”

 

Federico García Lorca (1898~1936). Poeta, Dramaturgo y Prosista español

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